El Gobierno de la Ciudad Autónoma “está haciendo una apuesta
notable por la inversión en barriadas”. Así lo señaló ayer
el presidente del ejecutivo local, Juan Jesús Vivas, en
relación a los avances registrados en las barriadas ceutíes
que en 1996 se clasificaron como “vulnerables” en un estudio
de ámbito nacional promovido por el Ministerio de Fomento y
que, tal como informó EL PUEBLO en su edición de ayer, ha
comenzado a actualizarse en esta ocasión por parte de
Vivienda.
Como apoyo de su afirmación en cuanto a las políticas
desarrolladas por la Ciudad en los barrios, Vivas apuntó que
“ahí están los tres planes aprobados y ejecutados, el último
en fase de ejecución”. “Ahí está también -abundó-el Plan
Aparca y los planes de mejora de casi todos los accesos y
vías principales a las barriadas y el Plan Renove o de
rehabilitación de viviendas, extraordinariamente ambicioso,
porque no se conoce ningún hito igual en Ceuta en los
últimos años”.
“Convergencia” interna
Vivas recordó que Ceuta ha tenido en los últimos años “un
comportamiento de mayor convergencia con la media de España
en términos tan importantes como la renta per cápita”, que
según recordó ha pasado de ser el 84% de la media nacional
al 97%, y que las altas en la Seguridad Social han sido otro
elemento de convergencia “porque la ciudad ha duplicado el
número en cuanto a crecimiento en este periodo en relación
al ámbito nacional”. Al hilo de esto, el presidente del
Gobierno de la Ciudad expresó su convencimiento de que
“también se ha producido un proceso de convergencia en
cuanto a nivel de equipamientos en el interior de Ceuta
entre lo que podríamos considerar el centro histórico y las
barriadas”. A su modo de ver, ese nivel de convergencia “es
además la motivación que encuentra este Gobierno para seguir
trabajando en las mismas”.
En el año 1996 se llevó a cabo un análisis de la situación
en cuatro áreas seleccionadas, que en el caso de la
clasificada como Recinto Sur sumaba además de a la que lleva
este nombre, las barriadas de Huerta del Molino y Serrano
Orive (hoy en proceso de urbanización y entonces, tan sólo
un solar abandonado, tal como se señalaba) y el Sarchal. En
estas se detectaron, entre otros, problemas de
“asentamientos ilegales sin ordenación por su carácter
espontáneo” y la presencia de “barracones prefabricados para
el realojo de población de renta baja”. En el Sarchal se
señalaba que las infraestructuras eran “mínimas” y que “se
llega a verter (aguas residuales) directamente al mar”. La
degradación ambiental se consideraba “alta o máxima” en
todas esta zonas y la social se calificaba “baja” o “alta”
según los casos.
En cuanto a la barriada España se describió como “bastante
degradada por la baja calidad de la edificación y del
entorno en que se encuentra” y con “un nivel social bajo”.
Sin embargo, entre sus oportunidades se mencionaba “el
frente marítimo y su posición en media ladera”, lo que la
convertía, al igual que al resto de enclaves ceutíes, en un
lugar “de interés ambiental y paisajístico”.
De Juan Carlos I, Los Rosales, la Almadraba y Erquicia, la
tercera gran área vulnerable de Ceuta, se señalaba su
“fuerte degradación social general” y la predominancia de la
“mala calidad de la edificación”, “mucho más acuciante en la
Almadraba, donde la degradación es máxima”, se indicaba.
Exactamente como en las otras zonas, se destacaba como
“oportunidades” la “gran potencialidad medioambiental y
paisajística” de la zona.
Por último, la “Ceuta Oeste”, que incluye el Príncipe y
Benzú, se describía como una zona de degradación social y
ambiental “máxima” en la primera barriada y “alta” en la
segunda, sin espacio público y con equipamientos “mínimos”.
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