La paciencia de algunos de los cientos de inmigrantes
procedentes de distintos países subsaharianos se agota
cuando, según denunció ayer un grupo de ellos, permanecen
meses e incluso hasta dos años en el Centro de Estancia
Temporal (CETI) sin que se resuelvan sus expedientes, sea
para lograr el traslado a la península o para su expulsión.
Una decena se concentró ayer frente a la Policía para pedir
“libertad”.
“Queremos libertad”. Con este lema, escrito de forma
rudimentaria sobre cartones, un grupo de inmigrantes
procedentes de diversos países subsaharianos, todos
francófonos, se manifestó ayer frente a la Jefatura Superior
de Policía para exigir la resolución de sus expedientes. La
mayoría coincidían en una cosa: llevan tanto tiempo
esperando en Ceuta que ya no les importa que la decisión
final sea su devolución a sus países de origen. “Los de
países anglófonos no vienen porque tienen miedo de volver”,
aseguraba uno de ellos.
Sin embargo, un camerunés de 25 años que según su relato
lleva dos años en Ceuta, aseguraba que la expulsión sería
“mejor que esto”. “En el CETI nos vamos a volver locos, ya
hay dos que se han vuelto locos, queremos que nos digan si
nos quedamos o no”, concluía. “Queremos libertad”, repetían
varios compañeros, una de ellas una mujer de Costa de Marfil
con un año y cuatro meses de estancia en Ceuta, sentados
frente a la sede de la Policía, algunos de Congo, Costa de
Marfil o Ruanda.
Neo, de 27 años y también de Camerún lleva un año en Ceuta
con la ‘tarjeta amarilla’ que certifica la apertura de un
expediente de solicitud de asilo, y al igual que el resto
lamenta la apatía en la que vive, “comer y dormir, todos los
días lo mismo, sin poder trabajar”. Este joven, que afirma
llegó a la ciudad a nado desde Marruecos, dice tener dos
hijos, uno en Camerún y otro en Madrid.
Otro joven de Congo y con 10 meses de permanencia en el CETI
argumentaba por su parte que la ley (de Extranjería) no
permite que estos procedimientos se extiendan “más de seis
meses”.
Todas las historias que relatan los inmigrantes se parecen y
todas son distintas, como la de un ruandés, Giscard, de 25
años, que asegura salió de su país “por la guerra”, es
decir, hace tantos años que se ha quedado “solo en el
mundo”. “Ya no tengo padres, ni a nadie, no tengo hijos,
quiero formar una familia”, manifestaba tras relatar que su
vida ha transcurrido “de campo en campo” por países como
Congo y Camerún hasta llegar a Ceuta. “Mi problema ahora es
la libertad”, clamaba.
Según informó EL PUEBLO la pasada semana, unos 600
subsaharianos esperan en los montes marroquíes cercanos a
Ceuta, principalmente, en las inmediaciones de la localidad
vecina de Beliones, y hay más en ciudades como Tetuán a la
espera de una oportunidad para llegar a la ciudad.
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