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OPINIÓN - MARTES, 27 DE ABRIL DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

No me obliguen a contar historias sonrojantes

 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Hubo un tiempo en el cual a mí no me gustaba la forma de comportarse de Pedro Gordillo. Y no tenía el menor inconveniente en opinar contrariamente a sus actuaciones en el periódico en el cual escribía en esos momentos. Entiéndase que cuando hablo del comportamiento de PG me estoy refiriendo a cuestiones políticas. Dado que su vida personal me importaba y me sigue importando nada y menos.

Yo estaba al tanto cada mañana, en la redacción del periódico para el cual trabajaba entonces, de cómo Gordillo le contaba a un periodista muy conocido las interioridades del Gobierno de la Ciudad. Con el fin de que el citado periódico pudiera presumir de ser el preferido. Fue entonces, cuando a mí se me ocurrió criticar la forma de actuar de un hombre poderoso que estaba convencido de que ‘El Pueblo de Ceuta’ era un periódico merecedor de ser despreciado a cada paso. Y me encontré con la censura. Lo cual me llevó a discutir destempladamente no sólo con la directora sino también con el editor.

De aquellas discusiones, agrias y, por tanto, poco agradables, surgieron discrepancias que fueron minando mi voluntad de seguir trabajando en una empresa a cuyo editor hube de defender de cuestiones desagradables y que se le echaron encima en un amén. Podría contar muchas; pero además de parecerme innecesarias, tengo la absoluta certeza de que no serían bien recibidas en esta Casa.

Lo que sí es verdad que viéndome censurado a cada paso, es decir, cuando criticaba la forma de proceder de PG, no tuve más remedio que mostrar mis quejas por medio de burofax. Envío urgente y bajo firma de documentos relevantes que tienen carácter de prueba frente a terceros. Cuyos resguardos aún conservo.

De mi estancia en ese periódico, amén de verme solo ante la canallada perpetrada contra mí por parte de unos sicarios, conservo intacta la imagen cobarde de la persona que defendí en momentos donde era el hazmerreír de la ciudad. Y, desde luego, jamás olvidaré que me traicionó en todos los aspectos. Aspectos que no paso a contar no sólo porque no merezca la pena, sino debido a que seguramente, insisto, sería censurado.

Por tal motivo, poco puede extrañarme que semejante personaje haya hecho lo mismo con Gordillo. A quien le debe lo que le debe...

Con Gordillo, he dicho hasta la saciedad, nunca tuve relaciones. Que las tenidas surgieron a raíz de ponerse enfermo y darme cuenta de que, a partir de entonces, éste iba a ser objeto de diversas traiciones. Y así lo escribí. Y con acierto. Pues pocos meses después mis augurios se cumplieron.

Pero lo que menos esperaba yo es que los enemigos más furibundos de PG pertenecieran a un medio que había sido siempre motivo de distinción por parte del hombre más poderoso del PP. El que disfrutaba de lo lindo gestionando bicocas a favor de ese medio. Un medio que, en cuanto la desgracia se cernió sobre un político cuyo error humano no supo gestionar bien, se le echó encima como si hubiera cometido un crimen de lesa majestad. Nosotros, en cambio, desde esta humilde columna, reconocimos inmediatamente su culpa. Pero no hicimos de Gordillo un reo al que sambenitar en plaza pública. Lo cual demuestra que no estamos por la labor de hacer leña de ningún árbol caído.
 

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