Con esas gafas que caracterizan a los que se pasan el día
escrutando cifras y una jovialidad que no le hace aparentar
ni de lejos los 60 años a los que se aproxima el catedrático
de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia Joaquín
Aranda pasó ayer por Ceuta para, en poco más de una hora,
hacer un balance de cómo le ha ido en términos económicos a
la ciudad en los últimos 15 años y de dónde debe incidir
para que le vaya mejor en los próximos.
Economista didáctico, Joaquín Aranda, al que el consejero de
Economía describió ayer como “uno de los mejores conocedores
de la economía de Ceuta”, habla claro y se le entiende
fácil. Él respondió al halago asegurando que, mal que le
pese a su esposa, analizar las cifras de la ciudad es “casi
un hobbie”.
Casi. Durante los últimos años Aranda, que nació en Arcila
pero hoy ya considera a Ceuta su “patria chica”, se ha
convertido en el experto de cabecera de la Ciudad, la
Confederación de Empresarios y la Cámara de Comercio a la
hora de hacer análisis y prospecciones económicas de futuro
para Ceuta.
Ayer, en las Murallas Reales, necesitó sólo una hora para
hacer un balance preñado de cifras y gráficos sobre qué le
ha pasado a la ciudad en los últimos 15 años y sobre qué
debería hacer a corto, medio y largo plazo para que le vaya
bien en los próximos.
Aranda echó la vista atrás y lo que vio no fue tal malo
como, a veces, pueda parecer. Números en la mano constató
que el sector público es un sostén que garantiza
“estabilidad” a Ceuta y el pilar que ha permitido que la
crisis aquí lo haya sido menos que en ninguna parte.
Pero la fiesta terminó hace ya más de un año y ahora, en
plena resaca, hay que tomar conciencia de dónde estamos y a
dónde nos dirigimos.
El PIB per cápita ha crecido mucho en la ciudad (un 44,9% en
los últimos quince años por un 28,9% de media nacional), en
parte porque la población no lo ha hecho tanto (un 4% y un
16% en el Estado), pero la productividad, el quid de la
cuestión, no tanto.
“El sector público, que absorbe el 48,5% de la economía
ceutí y el 52% del empleo, que es menos productivo pero paga
más que el privado, mantiene un índice de crecimiento desde
1995 del 177% pero el resto, que es donde están las mayores
posibilidades de expansión, sólo del 128%”, diagnosticó
antes de poner recetas sobre la mesa.
La primera, esforzarse por mantener la inversión pública en
cotas altas, un mecanismo anticíclico que nos dará años de
impulso económico “a velocidad de crucero”. La segunda,
mirar las cosas con optimismo y sin prejuicios: sí, es
cierto que el puerto tuvo tiempos mejores, pero también que
desde 2003 mantiene una línea de crecimiento en el tráfico
de mercancías sostenido. Sí, es verdad que Tánger-Med
recortará aún más la llegada de pasajeros en ferry, pero
ello tampoco será, previsiblemente, un drama. Hay desarme
arancelario entre Marruecos y la UE, también, pero sin dejar
de tenerlo en cuenta no se puede prever que el comercio
atípico vaya a extinguirse.
Además, los datos de turistas y pernoctaciones hoteleras
animan al optismismo porque lo que se pierde en términos
nacionales se gana desde el extranjero. “¡Miren hacia el
sur, a esa clase emergente del país vecino que no son ‘los
de Marruecos’ sino consumidores de Marruecos!”, pidió al
auditorio, desde donde le escuchaban parte del Gobierno con
Vivas a la cabeza y los principales agentes socioeconómicos.
Formación a medida
Y formen a sus parados, les rogó encarecidamente. Aunque sea
a lo Tánger, que atrae a un inversor y luego le busca o le
educa a los trabajadores que necesita en lo que precisa.
¿Y eso cómo se hace? Pues apostando por la libertad de
comercio entrando en la Unión Aduanera; insistiendo en la
necesidad de rebajar el precio de los fletes mientras se
potencia el Turismo (“si miran al Norte hay muchos ricos, en
España y en Europa, a los que les interesa una ciudad tan
única”, advirtió) y se define una oferta comercial y de ocio
distinta y particular.
Y sigan trabajando en la reforma del REF como piedra angular
de una ciudad capaz de atraer inversión, empresas ligadas al
conocimiento y al alto valor añadido que no ocupan las
grandes superficies que Ceuta no tiene. Y anímense a
convertirse, terminó, en el centro del conocimiento sobre el
país vecino que buscan la multitud de empresas del mundo
interesadas en implantarse en Marruecos.
“Sumar”, advirtió a los incrédulos, “aquí es multiplicar”.
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