El sistema convivencial que nos ha llegado más limpio de
cualquier contaminación ideológica, nos lo aportó Thomas
Moro en su publicación Utopía, donde nos recoge el sistema
social de una posible República existente en “…la isla de
UTOPÍA… Se cree… que aquel país…” lo estructuro “…Utopo, de
quien tomó nombre la isla, por haberla conquistado,… fue
quien hizo que sus moradores, que eran rústicos y muy
atrasados, vivieran de manera humana y civil…” “… Nos sigue
afirmando Thomas Moro que “…Hay en la, isla cincuenta y
cuatro ciudades, todas… tienen en común el idioma, las
instituciones y las leyes…” .
La distribución administrativa de Utopía se ubica en una
ciudad en la que “… por estar en la parte central de la isla
… se considera, como la Capital,… donde se tratan las cosas
comunes y la ordenación pública de todo. el país…”
La lectura de Utopía es de obligado cumplimiento para todo
aquel que sienta que la Sociología es una ciencia de exigida
observancia para la estructuración del Estado. Personalmente
la traigo a colación para hacer más comprensible mi
pretensión de hacerles llegar mi más profunda preocupación
por el testigo que hace meses di al “jubilarme” y que ha de
ser recogido por la generación que en la actualidad se
incorpora al mundo del trabajo.
En Utopía, esta alternancia generacional de debido
cumplimiento se establecían bajo una férrea disciplina
abocada a la preparación del adolescente para su
incorporación al sostenimiento del conjunto social en el que
el participaba. Y para que su integración fuese a pleno
rendimiento su educación o preparación buscaba una
armonización entre sus cualidades físicas, sus posibilidades
intelectuales, siempre dentro de la total sintonía con el
equilibrio emocional del adolescente, que es lo que extraigo
de lo expuesto por Moro en relación con el sistema
educacional de la Republica que nos describe.
La conveniencia del sistema educacional impuesto en Utopía,
quedó perfectamente refrendado por el sistema educacional
impuesto por el “Franquismo” a través de los internados de
formación y de las Universidades Laborales, donde quedaba
conjugado la enseñaza convencional con una formación
profesional, lo que le permitía al adolescente o bien
continuar con los estudios en pos de conseguir una formación
académica o incorporarse al mundo laboral después de
conseguir la formación para un oficio.
Lo que es incuestionable que el sistema educacional le había
creado un ámbito de estudio y de trabajo a la vez que le
había armonizado su espíritu hasta hacerlo conseguir el
equilibrio que todos anhelamos. Ya que los caminos le eran
conocidos y él tan solo tenía que elegir el sendero a
seguir, desde la preparación que se le había facilitado para
la alternancia.
Y con lo expuesto no quiero crear confusiones, ni que
estimen que pretendo decir algo distinto a lo dicho,
simplemente he traído a coalición las “Universidades
Laborales” para ejemplarizar lo conseguido por varias
generaciones de los 50 y 60 , que podrían exponer la
excelencia del sistema educacional de esa época seguramente
plagiado de Utopía.
Ahora bien, lo que si quiero pedirles y les agradecería
mucho que me dijeran cuál es la proyección que tenemos con
la preparación de nuestros adolescentes a los que se les
obliga a la asistencia a las clases hasta determinada edad
sin que sea necesario que estudien, ni se preparen para
integrarse a la sociedad productiva para que nos releven .
Qué es lo que se pretende con esa necedad, que un
adolescente pase de curso en curso sin haber asimilado lo
que se le dio en el anterior y sin haber superado ninguna
prueba de las asignaturas impartidas. El resultado en el
adolescente es la frustración por la diferencia ante la que
se encuentra con relación a sus compañeros, y por la doble
vertiente que le hemos creado ante su incapacidad y su falta
de preparación para cualquiera de los múltiples oficios
manuales que se le han podido impartir para crearle un
hábito en el trabajo. Situación lo más previsible que lo
llevará al aislamiento primero de sus compañeros para
marginarse después de una sociedad en la que no se siente
competitivo para integrarse y prosperar.
Qué se puede esperar de un adolescente que antes de acceder
a su primer puesto de trabajo ya se siente fracasado por no
haber encarrilado su aprendizaje elemental de los estudios
sin que sus profesores o tutores hayan percibido lo mejor
que en él hay. Y que esta percepción hubiera podido servir o
posibilitar la búsqueda del sendero por donde debiera
discurrir el adolescente para dar lo mejor que tiene.
Qué nos puede dar un adolescente que desconoce hacia donde
se dirige y el camino que ha de seguir. Qué reproches se les
puede hacer sobre alguien que iniciado en el camino de la
formación se deforma por las faltas de prestaciones
necesarias para encauzar su camino hacia lo mejor que él nos
puede dar a la sociedad en virtud de sus actitudes, de su
disposición, de su entorno y sus circunstancias, que también
le marcan y condicionan y que nuestro conjunto social tiene
la obligación de conocer, para que dentro de lo posible,
paliar y así poder aprovechar las cualidades de cualquier
adolescente que posibilita la alternancia generacional.
Por el contrario si lo dejamos a su libre albedrío como
actualmente estamos haciendo sin proporcionarle ninguna
alternativa, lo único que lograremos proyectar son
individuos rotos o medio rotos para su integración en el
ámbito laboral. Tan imbéciles somos, que llegamos a la
estupidez más cretina de no conocer hacia donde nos conducen
nuestros pasos a los que estamos educando: Individuos sin
oficios, por cuya razón el conjunto social no tan sólo no
obtendrán beneficios, sino que recibirá los perjuicios que
tan inadecuada educación nos generará.
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