El informe de Médicos Sin Fronteras sobre violencia sexual
padecida por la mujeres subsaharianas en su periplo hacia
Marruecos, al que ha tenido acceso EL PUEBLO, indica que una
de cada tres de esas mujeres han sido víctimas de reiteradas
violaciones antes, durante y después de su largo trayecto
hasta el norte de Africa desde su salida de los países
limítrofes con la región saheliana. La organización no
gubernamental alerta de estas “lamentables circunstancias”
por las atraviesan las mujeres en su tránsito migratorio en
su intento por alcanzar las costas del continente europeo
En su trabajo sobre el terreno, Médicos Sin Fronteras (MSF)
es testigo del impacto directo que las políticas adoptadas
por la UE y los países fronterizos tienen en la salud física
y mental de los migrantes y solicitantes de asilo en
Marruecos. Entre otras consecuencias directas de la
aplicación de estas políticas, MSF -en un informe elaborado
y publicado en este año- ha constatado por un lado que, al
dificultarse el uso de las rutas tradicionales mediante el
estricto control fronterizo, los migrantes subsaharianos se
han visto forzados a embarcarse en viajes cada vez más
largos y peligrosos y, por otro, que se enfrentan a una
situación de bloqueo indefinido en Marruecos derivado de la
imposibilidad tanto de continuar hacia Europa como de
regresar a sus países de origen.
A falta de cifras oficiales, a través de un censo realizado
en enero de 2010, Médicos Sin Frontera estima que
actualmente hay 4.500 migrantes subsaharianos en Marruecos.
La ‘oenegé’ no computó aquí a los migrantes legales, ni los
que tienen posibilidades económicas como para mantenerse, y
realizó el censo en las ciudades de Nador, Oujda,
Casablanca, Salé y Rabat. Sin embargo, la más reciente
realizada por el Alto Comisionado para las Naciones Unidas
(ACNUR) ha cifrado este número entorno a los 10.000
subsaharianos en el interior del vecino país.
Pero Médicos Sin Fronteras ha reflejado en su memoria
-titulada ‘Violencia sexual y migración’- la situación de
las mujeres migrantes subsaharianas víctimas de todo tipo de
violencia. De este modo, MSF refleja en su informe de enero
de 2010 que el 39% de las 63 mujeres subsaharianas
entrevistadas con las que trabajó la organización no
gubernamental, reconoció haber sido víctima de algún tipo de
agresión.
El documento hecho público por Médicos Sin Fronteras tiene
como finalidad dar a conocer la problemática de la violencia
sexual sufrida por las mujeres migrantes subsaharianas que
llegan hasta Marruecos en su intento de alcanzar Europa.
En el informe, se explica que los países de obligado
tránsito migratorio, como es el caso de Marruecos, se han
visto en la necesidad de adaptarse a las exigencias de las
políticas europeas, orientadas desde hace años al
endurecimiento del control de las fronteras externas de la
Unión Europea (UE). Estas políticas, junto a medidas que
tienden a facilitar la expulsión de los migrantes en
situación irregular, como la firma de acuerdos de readmisión
con los países de origen, constituyen el marco sobre el que
se regula la migración a día de hoy y “tienen graves
consecuencias en las vidas de estas personas”, analiza la
organización.
En su trabajo sobre el terreno, Médicos Sin Fronteras es
testigo del impacto directo que las políticas adoptadas por
la UE y los países fronterizos tienen en la salud física y
mental de los migrantes y solicitantes de asilo en
Marruecos.
Entre otras consecuencias directas de la aplicación de estas
políticas, MSF ha constatado por un lado que, al
dificultarse el uso de las rutas tradicionales mediante el
estricto control fronterizo, los migrantes subsaharianos se
han visto forzados a embarcarse en viajes cada vez más
largos y peligrosos y, por otro, que se enfrentan a una
situación de bloqueo indefinido en Marruecos derivado de la
imposibilidad tanto de continuar hacia Europa como de
regresar a sus países de origen.
Las niñas y mujeres jóvenes -en los que se ha centrado el
estudio- se ven particularmente expuestas a todo tipo de
violencia y abusos durante el trayecto migratorio y a su
llegada a Marruecos. Dentro del seguimiento realizado por
MSF desde el año 2003, destaca el actual protagonismo de los
delincuentes comunes y de las redes de trata y tráfico de
personas como principales perpetradores de este tipo de
atentados a la integridad física y a la dignidad de estas
mujeres.
Detrás de la información recogida por MSF se adivina un
fenómeno de enormes dimensiones que “necesita un abordaje
valiente e inmediato desde el ámbito institucional, nacional
e internacional, para dar una atención adecuada a las
víctimas”.
1 de cada 3 mujeres, violada
Entre mayo de 2009 y enero de 2010, una de cada tres mujeres
atendidas por MSF en Rabat y Casablanca admitió haber
sufrido uno o múltiples episodios de violencia sexual, ya
fuera en su país de origen, durante el proceso migratorio
y/o una vez en territorio marroquí. Esta cifra podría ser
incluso más elevada, ya que algunas mujeres no aceptaron
hablar o no reconocieron lo que su propio testimonio
evidenciaba. El uso de la violencia sexual se convierte así
en una de las prácticas violentas más habituales contra la
mujer en el marco del fenómeno migratorio.
Un importante número de mujeres sufre violaciones en sus
países de origen, vuelve a ser víctima de episodios de
violencia sexual a lo largo del camino y termina siendo
nuevamente atacada en la frontera o dentro del territorio
marroquí. Las edades de estas 63 pacientes oscilan entre 2 y
40 años. Resulta particularmente grave señalar que de estas
mujeres, el 21,5% son menores de edad y un 10% de ellas
menores de 16 años.
La gran mayoría de las mujeres entrevistadas por MSF (70% de
los casos) explicó que había huido de sus países de origen
por conflicto armado, persecución política y otros tipos de
violencia o abusos, tales como matrimonios forzosos,
violencia doméstica y abusos en el hogar.
En el resto de testimonios, sobre todo los de las mujeres
procedentes de Nigeria, se recogieron razones de tipo
económico, tales como la pobreza. De todas las mujeres, casi
un tercio (29%) reconoció haber sido violada antes de salir
de su país.
La mayoría hace el trayecto en condiciones físicas muy
duras. En general viajan hacinadas durante varios días en la
parte posterior de las ‘pick-ups’ que atraviesan el
desierto, sin detenerse para dormir ni comer y sin apenas
agua. En algunos tramos son obligadas a caminar para evitar
los controles policiales.
Según varios testimonios recogidos, se dan casos de hombres,
mujeres y niños que mueren a causa de las condiciones del
trayecto o de la violencia. Las mujeres además, corren un
elevado riesgo de ser víctimas de violencia sexual.
Hasta en un 45% de los testimonios, las mujeres sufrieron
uno o múltiples episodios de violación durante el trayecto
migratorio9, fuera a manos de la delincuencia organizada o
por individuos que se aprovechan de la situación de
vulnerabilidad para explotar o incluso violar a lo largo del
camino a estas mujeres.
Argelia-Marruecos
El trayecto fronterizo entre Argelia y Marruecos ejemplifica
la extrema peligrosidad del camino y la especial
vulnerabilidad de las mujeres migrantes. Maghnia es la
ciudad más cercana a Marruecos del lado argelino y punto de
concentración de los grupos de MSS que pretenden entrar en
territorio marroquí por la ciudad de Oujda.
Según los datos compilados por MSF, el 59% de las 63 mujeres
encuestadas que han pasado por Maghnia hacia Oujda han
sufrido violencia sexual. Posiblemente, esta cifra sea aún
mayor si se extrapola a la totalidad de mujeres
subsaharianas que pasan por este punto, ya que es la ruta
más empleada por los migrantes –las redes de tráfico los
conducen por este lugar– y los actores que operan en la zona
entre ambos puestos fronterizos son particularmente
violentos.
Los migrantes que han pasado por este lugar conocen bien la
situación. “Una recién llegada a Maghnia es de quien quiera;
no puede negarse, no puede irse, todo se paga con sexo.
Aunque vaya con su bebé o con su hijo, toda mujer debe pasar
por lo mismo”, declara un subsahariano de 31 años que estuvo
en la zona.
Violencia en Marruecos
Un número cada vez mayor de migrantes y solicitantes de
asilo se han encontrado bloqueados en Marruecos, sin poder
ni regresar a sus países de origen ni seguir su viaje.
Las mujeres y menores no acompañadas sufren agresiones de
delincuentes comunes o de otros MSS de su entorno, que
quedan impunes y prácticamente ocultas. Otras mujeres están
bajo el control de las redes de trata o tráfico de personas.
Algunos de los testimonios recogidos por los equipos de
Médicos Sin Frontera sugieren que existen casos de mujeres
subsaharianas que sufren violaciones diarias y explotación
sexual, siendo especialmente preocupantes cuando se trata de
menores de edad.
Factores como el miedo, el sentimiento de pérdida de control
de sus vidas o la preocupación por su situación irregular
son alimentados a su vez por estas redes. De las 63 mujeres
entrevistadas, un tercio afirmó haber sufrido alguno de
estos abusos sexuales en Marruecos (sin incluir Oujda).
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Dos dramáticos testimonios recogidos por Médicos Sin
Fronteras de mujeres subsaharianas
MSF destaca en su informe algunos
testimonios:
La policía arrestó a T.D. en la medina de Oujda cuando iba
al mercado a comprar comida y la llevó a la comisaría donde
había otros 28 subsaharianos detenidos. Todo el grupo fue
expulsado y devuelto a
la frontera esa misma tarde, dejando a estas personas
abandonadas de noche en pleno desierto. T.D. caminaba con
tres hombres y otras dos mujeres, cuando el grupo fue
atacado por bandidos marroquíes: en total, seis hombres
armados con cuchillos. Según el relato de T.D., cada mujer
fue violada por tres bandidos, uno tras otro. (Mujer de 19
años).
O.A. dejó su país a causa del conflicto político. Cuando
volvía de recoger leña, vio a dos soldados golpeando a su
padre. Pasó tanto
miedo que decidió abandonar el pueblo. Al llegar a una
aldea, O.A. se encontró con un grupo de gente vestida con
ropa verde caqui, como los soldados, y les preguntó cómo
seguir el camino. Le dijeron que se sentara y esperara.
Según relata O.A., un hombre pasó por detrás de ella y le
tapó la boca con la mano mientras otro se colocó delante. Le
hizo quitarse las bragas y la penetró por la vagina. Gritó
pero nadie la ayudó. Los demás también abusaron de ella,
pero estaba semiinconsciente y no sabe cuántos fueron. Ya en
Mauritania, como no tenía pasaporte, un camionero le propuso
llevarla escondida debajo de su asiento. Por el camino, el
camionero y otro hombre que viajaba con ellos le dijeron que
bajara del vehículo; allí no había nadie, estaban en mitad
del desierto. En un momento dado, el camionero se acercó a
O.A. y la golpeó. Cayó al suelo, donde le estrujó los pechos
y la insultó. Después el otro hombre la violó. Gritó pero
nadie podía oírla, estaban en medio del desierto. Cuando
terminaron, los dos hombres se dieron a la fuga. (Mujer de
26 años)
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