Se dice que la confianza es madre
del descuido, que la ociosidad es madre de todos los vicios,
que la ignorancia es madre del miedo, que la necedad es
madre de todos los males, que la duda es madre del
descubrimiento, que las madres todo lo soportan,… y hasta
que la madre tierra es nuestro único hogar. En el origen
siempre hay una madre y una lengua madre para describir los
sentimientos del alma. Madre es una expresión que está en la
boca de todos los humanos, es lenguaje vivo, porque en el
término está el árbol genealógico de una vida. Hay un
lenguaje que entienden todas las naciones, la voz de madre,
que nos pone en movimiento y nos desborda de ideas.
Cierto. La tierra tiene sabor a madre, pero no conviene
abusar de su paciencia. Todo tiene un límite. Ningún ser
humano queda fuera, somos interdependientes unos de otros, y
todos de la madre. Precisamos su aire para respirar.
Sentirnos vivos con ella. Amados por ella. Ser un eslabón
más de la belleza. Porque habitar en la estética es la única
manera de ser feliz. Sólo lo hermoso es auténtico, nada es
verdadero sin hermosura. No trunquemos esa paz que injerta
lo bello. Demos a la madre tierra el respeto preciso y la
atención necesaria. La madre no conoce de patrias, ni de
economías, sólo reconoce sus reinos y el reinado del ser
humano.
Observando que cada año se celebra el día internacional de
la madre tierra (22 de abril), y que suele pasar sin pena ni
gloria, a pesar de ser la festividad de nuestra madre, sería
bueno cambiar la tendencia y celebrar la onomástica por todo
lo alto. ¿De qué manera? Haciendo familia con la familia
humana y cuidando el hogar de esta familia. Somos algo más
que meros agentes productivos, somos parte de esa armonía
que requiere el planeta. Urge, desde luego, que la madre del
descuido no nos gane la batalla, que la madre de todos los
vicios tampoco nos enganche como borregos, que la madre de
todos los males olvide el mal por mal, que la madre del
descubrimiento nos lleve al hallazgo de una vida no vengada…
Buscando el bien de nuestra madre tierra, encontramos el
nuestro. Es nuestro nido. Una casa donde también somos
esperados para poner música al verso.
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