La Fiscalía solicitó ayer tres años y cuatro meses de
prisión y 15.320 euros de multa para un joven al que la
Guardia Civil detuvo en el puerto por llevar 11 kilos de
hachís ocultos en los bajos de su vehículo y que este negó
conocer esgrimiendo que se la “metieron” cuando dejó el
vehículo a unos amigos. Por su parte, un testigo mantuvo que
el imputado había viajado a la ciudad autónoma desde Madrid
porque “había quedado” con unos amigos en Tánger y haberlo
visto allí por “casualidad”.
El titular del Juzgado de lo Penal número dos sentó ayer en
el banquillo a un joven por un presunto delito contra la
salud pública y por el que la representante del Ministerio
Fiscal pidió tres años y cuatro meses de prisión y el pago
de 15.320 euros.
Al parecer, los hechos se produjeron el 4 de julio de 2009,
sobre las 11:30 horas, en la zona de preembarque de
vehículos de la Estación Marítima, cuando los agentes de la
Guardia Civil, gracias a las señas del can, interceptó
10.558 gramos de hachís en un doble fondo de los bajos del
coche del imputado. Este, negó desconocer la procedencia de
la sustancia estupefaciente e insistió en que se la habían
“metido” mientras dejó el coche en la ciudad autónoma con
unos amigos para desplazarse a Madrid a por un visado para
viajar a Tánger, donde el testigo apuntó que había “quedado”
con unos amigos.
Estos hechos fueron negados completamente por el imputado,
que explicó que había venido desde Madrid porque le habían
“prometido” un trabajo en la construcción y al ver que se no
firmaba ningún contrato, se volvía para la capital.
“Un amigo de Madrid me dijo que aquí conseguiría empleo así
que viajamos juntos desde Madrid pero en coches separados;
él iba en el suyo con su padre y otro amigo más y cuando
llegamos a Ceuta, me invitaron a una boda en Tetuán. Cuando
intenté cruzar la frontera, no me dejaron porque no tenía
pasaporte y necesitaba un visado porque soy de Santo
Domingo. Luego, cuando lo conseguí gracias a mi amigo,
estuve en Tetuán unos días en un hotel y él se llevó el
coche dos días para guardármelo en un sitio seguro. Luego no
noté nada raro y me volví para Madrid porque me dijo que
tardaría 15 días en firmar el contrato de trabajo en la
construcción y ya me detuvieron”, esgrimió.
Por su parte, el testigo negó los hechos anteriores y
manifestó que el procesado había viajado a Tánger porque
había “quedado” con unos amigos y habiéndose puesto en
contacto con él por no tener visado. “Me dijo que le hiciera
compañía una noche en Ceuta mientras arreglaba lo del visado
pero, en ningún momento, nadie le dijo nada de un contrato
de trabajo. Intentamos ayudarlo y ahora nos mete en este
problema cuando nosotros sólo le vimos en una discoteca de
Tánger con unos amigos suyos marroquíes, y tampoco estuvimos
en la boda, ni yo ni el amigo que tenemos en común”,
esgrimió.
En su informe final, la fiscal mantuvo la acusación sobre el
imputado manifestando que los gastos del viaje eran
excesivos para una persona que no tenía trabajo y que las
declaraciones eran contradictorias con respecto a las del
testigos, insistiendo en que era mucha casualidad el que se
encontraran en Tánger, dejándole el coche a unos “amigos de
pocos días”. Por su parte, el letrado de la defensa solicitó
la absolución de su cliente insistiendo en que el día que
detuvieron a su cliente, el testigo y el amigo común estaban
en la zona de preembarque situados atrás y que era mucha
“coincidencia” que para ir y venir coincidieron en fechas y
horas sin haber hablado, señalando que su defendido había
sido utilizado por estas otras dos personas para el
transporte de la droga hasta la península y solicitando la
“imputación” de los mismos. El juicio quedó visto para
sentencia.
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