Supongo que los jueces del Supremo
a quien el ex fiscal Jiménez Villarejo ha acusado en público
y ante las cámaras de ser “cómplices de las torturas del
franquismo” le meterán una querella por calumnias a este
patético gaga. O no. Depende de si les da lástima y pasan,
tanto de él como de todo el lastimoso contingente de progres
casposos que, aquejados de hemofilia política porque, sus
heridas nunca han dejado de sangrar, se dedican a hacerle la
clá a Garzón por su investigación de los “crímenes del
franquismo”.
De los “crímenes de los rojos” ni pío, de hecho, servidora,
como descendiente directa de mi tío abuelo, el estudiante de
Derecho de veinte años, Lorenzo Iniesta Huertas, asesinado
en Paracuellos del Jarama por orden de Santiago Carrillo, va
a tener que demostrar, con otro puñado de españoles, que los
genocidios no prescriben y presentar el magnífico libro de
Esparza, mi amigo del alma, sobre los crímenes de Carrillo
en el Tribunal de La Haya para pedir justicia. Y supongo que
los progres subvencionados aplaudirán también con
entusiasmo, porque ni amnistías ni leches, los crímenes
contra la Humanidad no tienen prescripción. Por mucho que la
izquierda haya venerado durante años al carnicerito de
Paracuellos, ante el silencio cobarde e hipócrita de los
malabaristas de las componendas y del relativismo moral.
Llamar a los tipos del Supremo “cómplices de las torturas
del franquismo” no me parece un ataque a la independencia
del Poder Judicial en la que muchos no creemos ¿De qué si no
los mamoneos de los partidos en la elección de la patulea de
miembros del Consejo General del Poder Judicial? Los
insultos del abuelo Cebolleta que es Villarejo me parecen
sencillamente la imputación de un delito perseguible de
oficio, es decir, una calumnia y no me gusta que calumnien
alegremente, ni a los jueces ni a nadie. De hecho, si los
del Supremo no reaccionan como fieras perderemos la
confianza. Algunos confiamos algo en los criterios de este
Tribunal, porque dicta algunas sentencias que están muy
bien. Aunque yo, por el alto tribunal, haría desfilar de
refresco a magistrados de primera de Audiencias
Provinciales, de esos que saben más de lo que les han
enseñáo y parece que llevan un viejo en la barriga. Los de
Ceuta, Granada, Melilla, Toledo… Hay primeros espadas en
muchos despachos de Audiencias , tipos que comprenden que,
el respeto a quienes imparten justicia no se impone con
amenazas, sino que se merece y se obtiene a pulso. Ese, el
que se siente ante quien lo merece, es el auténtico respeto.
El impuesto coercitivamente, bajo la sombra del castigo, no
es respeto, es miedo. No hablo de miedo a la Ley, porque
nadie honrado tiene que temer una represalia que no merece,
sino… ¿Qué no les cante por bulerías, que ahí están las
veintidós criaturas detenidas, asustadas y no imputadas de
la Ballena Blanca? ¿Qué ahí está el primer administrador
judicial de la familia Roca, el del destrozo patrimonial y
no le ha pasado nada? Vale. Componendas y lagunas negras
como la pez las hay ¿O es que no recuerdan los años de
cárcel de Ruiz Mateos por Rumasa? Pero, para las ordalías
jurídicas está Mister Proper, es decir, Estrasburgo, que al
final pone a cada “listillo” en su lugar.
Como La Haya enmienda silencios culpables y miopías
perniciosas. Y las cárceles están a rebosar de criaturas por
los nuevos delitos de tráfico, las multas son tan terribles
que los pobres y los trabajadores no las pueden pagar y
entonces les encarcelan y les arruinan la vida. Pero ni la
UGT ni CCOO ponen el grito en el cielo por esta maldad
inenarrable contra las economías débiles. Pasan de ellos. Lo
importante es que a Garzón no le empapelen ni por pedir el
certificado de defunción de Franco, por las suculentas
andanzas americanas ni por las escuchas ilegales del Gurtel.
¡Tampoco es para tanto! Por lo menos no mandó detener y
encalabozar a veintidós inocentes, como otros que andan tan
felices. ¿Justicia? Bueno, que le metan un paquete al
anciano Villarejo para que tengamos algo con lo que poder
entretenernos los próximos días y así no recordaremos con
angustia y con susto que, a diario, hay mil parados más en
España y en las cárceles se pudren españoles por no tener
dinero para las multas. ¡Puag!.
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