Eso nos está demostrando estos
días la erupción del volcán Eyjafjalia en Islandia, que
tiene a medio mundo paralizado y según vayan soplando los
vientos de un lado o del otro puede afectar al otro medio.
Islandia, allí donde sólo están unos cuantos de miles de
personas, el lugar hacia el que el turismo no llega, de
ordinario, alejada de casi todas partes, ha logrado ser, por
unos días, el centro de atención mundial, cuando su volcán,
que llevaba bastante tiempo dormitando, se ha despertado y
ha puesto firmes a todos los países en el hemisferio norte y
en el sur, de este a oeste.
A España, parece que en eso somos los de la suerte, decían
que no llegaba nada, pero mira por donde se ha encontrado
tan afectada como cualquier otro país y una gran parte de
sus aeropuertos no han podido operar ni a medio rendimiento
y a las pruebas nos podemos remitir con el viaje del Barça a
Milán, hasta última hora.
Y que las repercusiones del volcán y sus cenizas afectan
directamente a unos y a otros en sus enlaces o en las líneas
que tenían que coger, lo tenemos en el hecho de que incluso
el aeropuerto de Málaga, que no está demasiado cerca de
Islandia, el sábado llegó a cancelar hasta 61 vuelos, por
culpa del volcán islandés.
Es curioso, pero podría afectar indirectamente, también, a
ciertos pasajeros que se desplazan desde Ceuta a Málaga en
el helicóptero, puesto que si tienen que enlazar con otras
rutas, una vez en Málaga, depende de por qué rutas vayan a
viajar, para poder seguir el camino elegido, o tener que
aguardar hasta mejor momento.
Así estaba la situación hasta el mediodía del sábado, que es
cuando AENA reabrió todos o parte de los aeropuertos que
estaban cerrados.
Tres días consecutivos, no fueron unas simples horas, la
nube de cenizas lanzadas por el volcán de Islandia afectaron
al tráfico aéreo de toda Europa.
Está claro, no vivimos aislados, la situación de
globalización que domina todas las parcelas, no podía ser
menos en el campo de las comunicaciones, que han recibido
auténticos estragos para miles de viajeros que han tenido
que permanecer anclados en los aeropuertos o dedicarse a
“hacer turismo”, en contra de su voluntad, en las ciudades
en las que fueron atrapados.
En España, naturalmente, los que más se vieron involucrados
fueron los aeropuertos de Madrid, Barcelona y Málaga, además
del de Palma de Mallorca, en los que se suspendieron por
encima de los 2000 vuelos, la casi totalidad de los que
estaban programados.
Y las expectativas de optimismo tardaron en llegar, puesto
que para el domingo, ya era el cuarto día, a última hora de
la noche, la compañía de más movimiento en España, Iberia,
mantenía cancelados todos los vuelos dirigidos al centro y
al norte de Europa.
¿Qué se puede hacer en unas circunstancias como ésta?.
Realmente no hay mucho que pueda llevarse a cabo,
especialmente en trayectos largos. Bien es cierto que en
trayectos de tipo medio, el ferrocarril, especialmente el de
alta velocidad, puede atenuar un poco la situación. El
barco, en viajes hacia las islas, también paliará algo los
problemas, pero todo ello no son más que parches, que el
hombre en circunstancias de este tipo, trata de poner,
cuando quien provoca la situación es el rugido de la
naturaleza.
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