Pertenecen ustedes, por un casual
al contingente de cinco millones de parados o de pequeños
comerciantes y empresarios arruinados?. No hay problema.
Para mejorar su calidad de vida tienen que optar por la
práctica de “lo más” que es el Bikran Yoga. Eso viene a
significar que, durante unos noventa minutos, tres veces en
semana, ustedes pueden “desconectar” de los agobios y de las
fatigas abstrayéndose con la práctica de asanas o posturas
sanadoras, mientras practican el pranayama que es la
respiración yóguica y todo ello a cuarenta grados de
temperatura, para drenar los malos humores de los solomillos
que no se han comido y disolver la mala leche que les entró
al enterarse que, el Moratinos, sí, el que tiene la
inteligencia de un pepino, ha regalado un buen puñadito de
las antiguas pesetas a unos tipos que investigan el pié
zambo congénito en el Congo.
Aspiran…Uno, dos, tres…Retienen..Expiran… Todo por la nariz,
porque si se espira por la boca se pierde el prana, que es
la energía vital y como ya hemos perdido empleo, empresas,
comercios, dineros despilfarrados en lujos y faustos,
millones destrozados en pamplinas buenistas, expectativas y
confianza en quienes nos dirigen, perder también el prana es
pasarse un pelín, es poner al pueblo soberano a pique de un
repique de una revuelta social. ¿Qué dicen con esas caras de
siesos? ¿Qué no hay riesgo de revueltas porque los
sindicatos están subvencionados por el Gobierno ¿ Lógico,
criaturas, no van a morder la mano que les da de comer.
Pero, no se alteren, vayan a practicar Bikran Yoga en un
espacio o cuarenta grados, eso sí, gratis no es. Nada de
gratis. Más bien “muy” caro. Prohibitivo. Solo para
afortunados, pero a la Ministra Elena Salgado parece venirle
muy bien y la equilibra, aunque con su sueldo y sus
privilegios nosotros también estaríamos equilibrados.
¿A que suena irreal en medio de la ruina económica el que
nos informen de los beneficios del más caro de los yogas y
de las ventajas de la cocina ayurvédica? Miguel Bosé ha
estado a dieta de Ayurveda, todo tan exquisito y tan bien
mezclado ¡Ñac, ñac! Y ha perdido veinte kilos. ¿Qué bastante
estamos a dieta y que nuestros niños llevan tres días
cenando “gusanitos”? Vale. Porque son unos incultos y no
saben mezclar dulce, salado, picante, agrio y demás. ¿Qué si
yo lo sé mezclar? No. Y me llenan de hastío los consejos
ñoños de “comer sano y practicar algún deporte” eso lo saben
hasta los rorros de teta, pero luego hay que tener la
energía necesaria como para llegar a la casa de uno, rotito
de trabajar o de hacer bulto en las colas del INEM y ponerse
a maquinar menús saludables, mejor coger un tarro de
alcachofas, otro de remolacha, darse un rápido festival y
coronarlo comiendo pipas con sal enfrente de cualquier serie
televisiva que no es Bikran Yoga ni meditación terapéutica
guiada por un buen maestro (resulta carísimo) pero abstrae
un poco. ¿Qué podemos exigir a la Ministra de Sanidad que
nos pongan yoghis en la Seguridad Social y meta en la
habitación un par de estufas para calentar el tema? Sí y nos
dice que hagamos como todo los hijos de vecino, esto es,
pillarnos un libro de Ramiro Calle, mirar las asanas y
hacerlas por libre y que si queremos calor que nos compremos
un brasero en el Carrefour y si queremos dietas Ayurvédicas
que echemos manos de un bollycao y una bolsa de patatas
fritas de Casa Paco y para sabor amargo que nos pasemos a la
hora del cierre de los supermercados para recrearnos en el
espectáculo de los jubilados y de los parados repescando
frutas medio pochas y yogures a punto de caducar de los
contenedores.
Definitivamente, nos tratan como a irreales y como a
imbéciles. Pero los del pié zambo congénito del Congo deben
estar muy contentos.
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