Hace días, en un colegio de
Madrid, ha saltado la polémica porque una chica musulmana se
niega a quitarse el velo para asistir a clase.
Partiendo de la base de que cada uno puede llevar lo que le
venga en ganas sobre su cabeza o sobre cualquier parte de su
cuerpo, no entramos ni salimos en polémica suscitada por tal
motivo. Allá cada uno con sus problemas.
Ahora bien, si en el mencionado colegio existen unas normas
en las que se prohíbe, a todos sus alumnos sean de la
religión que sean llevar nada sobre sus cabezas, todos ellos
deben cumplir estas normas.
Lo que no es de recibo que alguien quiera infligir una
normativa del colegio que es para todos los alumnos que
pertenecen al mismo, por el simple hecho de querer imponer
su voluntad al resto de los alumnos e ir contra esa
normativa.
El que no quiera cumplir con las normas del colegio que,
insisto, son para todos los alumnos, sin distinción de
credos o razas, sólo tiene un camino cambiarse colegie ir a
uno donde no exista esa normativa que le impida llevar el
velo a clase. Esto está de una claridad meridiana.
El debate, sobre el asunto, está abierto, pero la dirección
del colegio se niega a que haya alguien que quiera infligir
esas normas que, además, se conocen al matricularse en el
colegio.
Por supuesto que no faltarán ni tardarán en salir a la
palestra, todos esos “buenos” del mundo mundial, que tachen
a la dirección del colegio de racista.
NI eso es racismo ni nada que se le parezca es, simple y
llanamente, que el colegio tiene unas normas y esas normas
tienen que cumplirlas todos los que se matriculen en él para
cursar sus estudios. Al que le convenga bien y la que no que
lo deje. Así de fácil, así de sencillo.
La palabra racista ha sido tan utilizada y, en ocasiones,
tan mal utilizada, que con tanta repetición, hace que sean
muy pocos los que le afectan los más mínimo al escucharla.
Lo que no se puede pretender, cuando se llega a un país
extranjero buscando un mejor nivel de vida, es que ese país
que los recibe, tenga que cambiar sus normas, sus leyes, sus
costumbres y sus tradiciones, para adaptarse a las normas,
las leyes, las costumbres y las tradiciones de los
extranjeros que nos llegan de diferentes países.
Y es eso, precisamente, lo que les está pasando a la mayoría
de los inmigrantes que nos llega que nos quieren imponer sus
leyes, sus costumbres y sus tradiciones a los españoles.
Cuando los españoles somos de los países más respetuosos que
hay para con las leyes, las costumbres y las tradiciones de
los inmigrantes que nos llegan de diferentes países.
Aquí, como en cualquier país occidental, sólo cabe una
solución para todos aquellos que nos llegan buscando, cosa
lógica, una vida mejor, acatar nuestras normas, nuestras
leyes y nuestras tradiciones o coger el portante y volverse
a sus países, acabando con un problema que ellos han
provocado.
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