En sus rostros se reflejaba el paso de los años; en sus
palabras, la evolución que ha acompañado a los mismos; pero
en sus ojos aún brillaba esa tristeza de haber tropezado con
varias piedras en un camino que sólo arrancaba con un
letrero que no se ha deteriorado con el paso del tiempo:
“Soy Pepe, Paco, Antonio, y soy alcohólico anónimo”.
El grupo Renacer, de Alcohólicos Anónimos, cumple mañana 23
años de vida en la ciudad autónoma; 23 años donde las
historias múltiples, los tabúes sociales, la lucha por la
superación, y los obstáculos no han impedido que se haya
multiplicado el número de usuarios que han aceptado y
reconocido que padecen una enfermedad que con tan solo con
una copa puede llevar a la perdición.
Todo comenzó un 21 de abril de 1987, cuando un grupo de ocho
amigos se reunieron para compartir resentimientos y
frustraciones que les habían impedido disfrutar de la dulce
infancia de sus hijos, de sus todavía románticas veladas, y
de despertar cada mañana envueltos en un clima de esperanza
que les daba la espalda en sus trabajos por el hedor
desprendido. “En esa cita concretamos el bautizo del grupo
Renacer aunque no sabíamos cómo darlo a conocer sin tener
apoyos ni medios ya que había otra entidad que lo acaparaba
todo. No teníamos experiencia y un compañero se puso en
contacto con la asociación de Asturias para dar el alta a la
nueva entidad en Ceuta”, recordaba Antonio, contemplando el
paso de los años.
Entre hilos y costuras en un antiguo taller fue tejiéndose
una idea que hoy día comparten cada martes y viernes un
grupo de 12 a 15 personas, a pesar de lo “duro que puede
resultar el reconocer día tras día que tienes un problema
con el alcohol, que no sólo te ha afectado a ti, sino a tu
familia, a tu entorno, y que por mucho que intentes, muchas
veces es superior a tus fuerzas”, lamentaba Pepe.
Carteles desplegados en las madrugadas ceutíes fueron
cobrando vida minuto tras minuto, semana tras semana, mes a
mes, hasta que la iglesia de Santa Teresa fue escuchando las
plegarias que los 12 pasos que constituyen la “religión” de
Alcohólicos Anónimos se trasladaron a la parroquia de Los
Remedios, donde 23 años después, se ha labrado una meta a
cumplir en 12 horas, luego 24 y cuando menos lo esperas, “en
algo que consideras innecesario. Ya no sustituyes la
familia, la pesca, los amigos o el trabajo por el bar, la
copa, la botella de la chaqueta o el aislamiento social”,
comentaban con las primeras sonrisas de superación personal.
Las sedes de Renacer se han desplazado con el paso del
tiempo, el número de usuarios se ha incrementado aunque no
todos se han mantenido constantes; la terapia, los pasos y
consejos, las sugerencias y el tratamiento ondean con
firmeza en aquellos cuya superación personal se ha
convertido en una lanza con la que defenderse. Pero, ¿y la
sociedad?, ¿qué opina?,¿qué acepta?,¿qué pretende?.
“El alcoholismo, en los años 80, era un tema tabú, donde la
etiqueta de borracho aparecía por cualquier rincón por donde
andabas, incluso muchos se encerraban en sus casa con la
botella de whisky. Cuando la Organización Mundial de la
Salud la reconoció como enfermedad, la gente empezó a tener
conciencia del problema y aunque estemos más aceptados
socialmente, el término borracho aún prevalece en la
sociedad con la imagen del tirado que guarda en la gabardina
la petaca”, evocaban.
Pero a pesar de todo, para ellos, para Alcohólicos Anónimos,
aún queda otra segunda oportunidad que la vid les ha
concedido y por la que ellos han luchado; por eso ahora,
“disfrutaremos de nuestros nietos y veremos en ellos a los
que fueron nuestros hijos”. La bebida será sustituida por
comida, los bares de copas por las barbacoas a la luz del
día, el aroma al vodka por especies del país vecino
derramadas sobre la tierna carne del pincho, y por perfilar,
una fecha donde “los frutos que he recogido me los guardo
pese al rechazo que antiguas amistades crearon”.
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