Se nos dice que la sentencia es un aforismo impersonal,
como: “Los regalos engendran amigos; la verdad en cambio,
odios”, este mismo aforismo tendría que servirnos para
definirnos lo que conlleva el concepto VERDAD, aquello que
nos conduce a iniciar un camino o tomar una determinación
que pudiera afectar a toda nuestra vida y sobre aquellos que
nos preceden, y también sobre los que nos han antecedido.
La Real Academia de la Legua Española sobre la verdad nos da
las siguientes acepciones: “…Conformidad de las cosas con el
concepto que de ellas forman la mente. … de lo que se dice
con lo que se siente o se piensa… Propiedad que tiene una
cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna….
Juicio o proposición que no se puede negar racionalmente….”
A tenor de lo expuesto la VERDAD es un juicio o reacción que
el individuo realiza sobre las cosas de conformidad a como
la mente las ve y las siente, siempre que la mantenga sin
mutación alguna y no exista posibilidad de su negación.
En el desarrollo de lo expuesto debemos afirmar que existen
muchas “verdades” al emitir un juicio que no pudiera quedar
contenido dentro de una sentencia objetiva al poderse negar
racionalmente la misma. Por lo que tenemos que empezar a
diferenciar las sentencias en función del conocimiento que
tengamos de las mismas sin aceptar, en principio, que éstas
representan una verdad innegable al no tener la racionalidad
del contenido de la misma.
A la vez que tenemos que definir las sentencias en función
del contraste que realicemos sobre el contenido que de ella
conozcamos, y lo expresado lo ejemplarizo por mi experiencia
en las siguientes:
La Sentencia Judicial, no conlleva más que una realidad
jurídica, que puede ser sometida a varios Recursos sin que
implique, aunque todos ellos la refrenden, nada más que una
situación Judicial que se pudiera encontrar totalmente
desconectada de la realidad objetiva al poderse negar
racionalmente el contenido de la misma.
La realidad mediática o el “corrido” del boca en boca que se
puede formular a través de los diversos medios de difusión.
La proyección política.
Estas tres realidades que nos han podido crear un estado de
opinión tanto a nivel individual como colectivo muy bien
pudieran conllevar una manipulación intelectual a través de
la corrupción de los conceptos, creando para ello un estado
de resolución individual o colectiva en contradicción total
con la realidad o verdad objetiva, aquella que sometida a
nuestra forma de pensar y actuar se mantiene sin mutación
alguna y sin posibilidad de negación.
Al objetivar estas tres realidades impersonales lo hago con
la pretensión de que los pocos que me lean puedan llevar al
filo de mi propio cursor la discusión sobre la realidad
objetiva de lo que estamos viviendo en España en estos
momentos, nacida de otra realidad objetiva:
En 1936, se produjo una confrontación civil que duró 33
meses de guerra abierta y más de nueve años de contienda
encubierta encabezada por el “maqui” cuya tendencia era el
levantamiento de la población, junto con las ardientes
proclamas que se realizaban a través de emisiones de radios
ubicadas fuera de nuestra “Piel de Toro”. Confrontación que
sigue llegando hasta nuestros días a través de la realidad
objetiva existente en un amplio sector de nuestra ciudadanía
que la quiere mantener encubierta con la cortina tejida por
las habilidades dialécticas de la MEMORIA HISTÓRICA,
reverdeciendo con ello las dos España que se quiere
perpetuar en virtud de cualquier calificación que se la
quiera preceder.
Y se preguntarán ustedes y que es lo que nos quiere decir
con lo expuesto, pues simple y llanamente lo que he dicho,
si quiere usted conocer la Verdad, o si una cosa es veraz,
lo primero a obtener por usted es el más amplio y nítido
concepto de la cosa, acto o argumentación y fiscalice o
controle que la misma se desarrolla sin mutación y sin
posibilidad de negación y para hacer comprensible lo
expuesto les pregunto:
Qué es la MEMORIA HISTÓRICA, qué persigue, es oportuna… y en
una primera impresión, les respondería: Naturalmente que es
oportuno el conocimiento de nuestro pasado, para que desde
su análisis y contraste de pareceres podamos realizar las
oportunas correcciones que nos pudieran evitar caer en los
mismos errores. Naturalmente que a nivel personal quiero
conocer el pasado que no he vivido, las situaciones
producidas y las causas que las produjeron. Y todo ello
desde el contraste de opiniones y de vivencias. Qué
resultado mas objetivo se podría obtener si a través de este
mismo diario formalizásemos el compromiso de ahondar en
nuestra confrontación civil, en las causas que la produjeron
y en la cantidad de situaciones indeseables que por ella
nuestros pretéritos conciudadanos vivieron. Desde este
posicionamiento veo de interés LA MEMORIA HISTÓRICA .
Y es interés su conocimiento, porque podría evitar que
cayésemos en pretéritos errores. A la vez que de una vez por
todas, podríamos obtener una verdad objetiva de los
acontecimientos, contemplada de los diferentes prismas:
nacionalista, socialistas, sindicalistas, comunistas,
anarquistas… y el largo etc. de “…istas” que se dan en
España.
A la vez que el producto que se pudiera obtener se podría
repartir entre los más desfavorecidos de las distintas
confesiones que existen en nuestra ciudad.
Desde el anterior planteamiento la Memoria Histórica, es una
grandísima idea que pudiera ayudar a cohesionar las
diferencias surgidas en los pretéritos años. Ahora bien por
el contrario si lo que se pretende es ahondar, ensanchar y
contaminar aún más si cabe la purulencia producida por
nuestra guerra civil en beneficio de unos intereses
electoralistas, habrá que aceptar que nos encontramos ante
una nueva y objetiva falsedad atribuible a la corrupción de
los conceptos con tal de captar votos. Corrupción
conceptual, igual que la producida por un conocido político
y recogida en prensa, cuya verdad queda anulada por la
confusión que demuestra con sus propias palabras, entre lo
que piensa, siente y dice que no puede mantener , ante la
negativa racional de lo que el mismo dijo, sobre la apertura
de procedimiento judicial por prevaricación del Juez Garzón
: “… para encontrar “prevaricación” en las actuaciones del
juez Baltasar Garzón habría que irse al caso Vera y no a su
investigación de los crímenes cometidos en el régimen
franquista… como … demócrata me dolería mucho que un grupo
de extrema derecha terminara con un juez de la democracia.”
Las contradicciones recogidas en este político son
evidentes, como también serían muy evidentes las
contradicciones que podrán observar en la inmensa mayoría de
los políticos españoles si la someten al contraste expuesto.
Lo que es incuestionable es que el comentario realizado en
principio en apoyo del Juez Garzón, en su mensaje, lo
desfavorece totalmente. Como también desfavorece las propias
identificaciones que se hace el político y al sistema
convivencial en el que vivimos. Aunque he de reconocer que
esas mismas declaraciones me produjo el alivio de que la
transición que efectué de ser un “GARZONISTA” acérrimo, a
olvidarme totalmente de él, por el juicio que me hice de que
sus acciones con el GAL, no se encontraban motivadas por sus
concepciones morales, sino que estaban alimentadas por su
soberbia y resentimiento al sentirse ninguneado. Y esto lo
digo desde el convencimiento que tengo sobre los jueces/as
que acceden por vocación a la adjudicatura, sus convicciones
morales son de tal fortaleza que no quedan incapacitados
para intervenir en cualquier controversia que el reparto le
adjudique, aunque en ella intervenga un hijo/a suyo/a .
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