No puedo olvidarme de su cara y de
su dulce mirada, han matado a Cristina Martin de la Sierra,
la chiquilla de trece años, del pueblo de Seseña en Toledo.
La Guardia Civil encontraba su cadáver, a varios metros de
profundidad en una fábrica de yeso, ya se habían peleado
antes, la gente del pueblo y del barrio, las habían tenido
que separarar, por riñas, o manías de la Chany, la peligro
andante con quince años, que tenía la muerte entre ceja y
ceja, la que se hacía fotos en las lápidas del cementerio,
de origen cubano, quería probar lo que es la sangre, y le
cortó las muñecas a esa criatura, que salió de casa, tras
recibir una fatal llamada, a unos signos de violencia, el
golpe no fue mortal, la caida a ese embudo al revés, le hizo
la muerte lenta y desesperada. Como está la sociedad que
unos adolescentes, manchen su alma y derramen la sangre de
compañeras de clase, cuando ni siquiera han salido del
cascarón, ya llenan las portadas de las páginas de sucesos.
A la chany, le caeran cuatro años de cárcel, años que pasan
volando, como de un mundial de futbol a otro, como está la
sociedad, como sufrimos los padres, cuando nuestros hijo
salen de casa, al colegio, a jugar o a pasear, que se
cambien las leyes, ya siendo menor, eres peor que un
kamikaze o un terrorista, ya tiene la chany un muerto a sus
espaldas. “Dios ha llamado a tu hermana, y no volverás a
verla más, le dijo el padre a su otra hija, ahora el
ordenador es para tí, entre su desesperación y su llanto, “.
Chany, asesina, mala escoria, que te pudras en la cárcel con
la cadena perpetua, o quien a palo mata a palo muere.
Justicia para Cristina, te miro con tu dulce mirada, aquella
tarde volaba al cielo en una pelea de niñas, imitando la
chany a los cafres asesinos. Esperamos los españoles, no
salgas impune a las primeras de cambio.
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