Tiembla el mundo. Por los
desastres naturales. La naturaleza no perdona la chulería
humana. Por la legión de irresponsables con mando en plaza.
Por el más necio de los vicios que es hacer el mal. La
hipocresía injerta los caminos del planeta y la justicia
sigue todavía sin universalizar la célebre frase de Ulpiano
de “dar a cada cual lo suyo”; quizás porque en muchos
países, incluido los que se dicen democráticos de Derecho,
enmarañan la independencia del hacer de la justicia, hasta
el punto que se confunde si realmente emana del pueblo o del
poder de turno. Como muestra estas confesiones últimas:
- “La discriminación estructural ocurre cuando el régimen
jurídico y las estructuras institucionales aparentan otorgar
el goce de los derechos a todos los ciudadanos, pero, de
hecho, se los niegan a uno o más sectores de la sociedad”,
explicaba recientemente la presidenta del Grupo de Expertos
de la ONU, sobre las personas de ascendencia africana,
Mirjana Najcevska.
- “Naciones Unidas está empeñada en que se haga justicia a
las 800.000 víctimas del genocidio en Rwanda”, acaba de
señalar el Secretario General de la Organización, Ban Ki-moon,
en un mensaje con motivo del décimo sexto aniversario de esa
atrocidad.
- “En el estricto cumplimiento de su función nuclear de
defensa de la independencia judicial, el Consejo reitera con
firmeza la ineludible necesidad de respetar la actuación de
los órganos judiciales, cuya cúspide ostenta el Tribunal
Supremo”, acuerdo reciente de la Comisión permanente del
Consejo General del Poder Judicial en España, que expresaba
su preocupación y tristeza ante las diversas manifestaciones
que de forma sistemática vienen produciéndose atacando la
actuación jurisdiccional del Tribunal Supremo.
Por desgracia, los excluidos de la justicia independiente
crecen en el mundo a un ritmo tan acelerado como el
desempleo. Es cierto que el mundo tiembla ante tantas
vueltas y revueltas humanas, tampoco nos han enseñado a
templar el alma, y lo cruel es que el miedo reina sobre el
planeta, porque los riesgos vinculados al arma atómica ahí
están. Nos consuela la reciente Cumbre sobre la Seguridad
Nuclear celebrada en Washington, de poner orden, o sea
justicia, frente a los peligros de la proliferación y el
terrorismo nucleares. Menos mal.
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