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OPINIÓN - SÁBADO, 17 DE ABRIL DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La mejora de Mohamed Alí
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Creo haber asistido dos veces al Debate del Estado de la Ciudad. Del primero recordaba solamente el valor que le eché, en su día, permaneciendo más de cuatro horas sentado en el salón donde se celebran los plenos. De aquel entonces, de cuya fecha créanme que llevo mucho tiempo sin acordarme, surgió mi deseo de no asistir más a esta clase de debate.

Y fue porque a medida que me iba aburriendo era mayor el número de abrideros de boca que a su vez ponían en peligro mi saludable mandíbula. Pues no es la primera vez que se fractura esta pieza ósea por bostezos sin solución de continuidad.

Al segundo Debate del Estado de la Ciudad acudí el jueves pasado. Y debo decir, antes de continuar, que me presenté en el escenario dispuesto a soportar otras cuatro horas tan interminables como soporíferas y, desde luego, con el temor a dormirme más y mejor que lo hubiera hecho mi estimado Jaime Wahnon. Mas no fue así.

Por lo tanto, me veo obligado a referir los motivos por los que pude soportar tanto tiempo con los ojos bien abiertos y sin mostrar el menor atisbo de dar una cabezada que me hubiera puesto en peores condiciones que Berlusconi en el palco de un estadio de fútbol cuando acudió como invitado.

Uno de ellos, el principal, fue comprobar lo mucho que ha progresado Mohamed Alí como orador. Se le nota muchísimo que ha fortalecido su personalidad para pasar del miedo al placer de hablar bien en público. Lo cual, sin duda, se debe a que ha sido capaz de reforzar su personalidad. Dejando a un lado complejos absurdos y sintiéndose importante. Lo que no debe confundirse con soberbia. Dado que esa forma de concebirse, es decir, la de quererse uno más, ayuda enormemente a no caer en la excesiva vanidad.

Pero el cambio que se ha operado en el líder de la UDCE se debe, sin duda, a que ha sabido prepararse a conciencia para hablar en público y captar la atención de quienes le oyen cada vez con más atención. Sería absurdo creer que su progreso se ha producido por arte de birlibirloque. De ningún modo. Sus mejoras en el arte de orar, argumentado con conocimiento de causa, son debidas a que se trabaja el discurso. Que es la mejor manera de no sentir miedo a las críticas ni al fracaso.

Mohamed Alí, además, ha aprendido que la argumentación no está reñida con el sentido del humor, pero sí con la pérdida del sentido de la medida. Porque hay ocasiones en que no es apropiado hablar en bromas. Pues hay bromas y bromas...

Ante esta mejora evidente de Mohamed Alí, en su faceta dialéctica, Juan Vivas, siempre alerta, se ha percatado de que debe estar más alerta que en épocas pasadas. Por más que él, como funcionario destacado que es, juegue con la ventaja de hablar siempre de temas que domina a la perfección. Que otra cosa sería si se tratara de argumentar jurídicamente.

Tampoco conviene echar en saco roto la evolución experimentada por Yolanda Bel cuando habla en público. Su mejora es tan palpable como debida a que se lo ha trabajado duramente. Ahora bien, tal y como le decía yo a vuelapluma en ese escrito del viernes, titulado Apuntes del Debate sobre el Estado de la Ciudad, haría bien en no marear tanto la perdiz. En suma: que no me aburrí asistiendo a mi segundo Debate del Estado de la Ciudad.
 

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