La comisaria europea de Interior,
Cecilia Malmstrom, ha dejado bien claro que España está
obligada a expulsar o a regularizar de inmediato a cada
inmigrante sin papeles de cuya presencia tenga conocimiento.
Y que en ningún caso es “tolerable” que el Gobierno siga
haciendo la vista gorda como hasta ahora.
Respondía así, a una pregunta del eurodiputado de CIU Ramón
Tremosa a propósito de la polémica originada en Vic en
enero, cuando su Ayuntamiento se negó a seguir empadronando
a los extranjeros que residen de forma irregular, y que el
Ayuntamiento de Vic tuvo que dar marcha atrás.
A pesar de haberse tenido que plegar a los requerimientos de
la Moncloa, el propio alcalde de Vic dijo que seguirá
registrando en el censo a todos los sin papeles, pero que
denunciará ante la Delegación del Gobierno para que actúe en
consecuencias.
La Ley de Extranjería insta a la repatriación de todo aquel
que se encuentre en nuestro país de forma ilegal. Pero los
dos grandes partidos que, en este caso, deberían asumir su
responsabilidad y alcanzar, de una vez por toda, un pacto de
Estado. Cada uno va a lo suyo y allá que el asunto se
arregle como pueda.
El Gobierno, de momento, no quiere saber nada sobre el
asunto. Mientras, el líder del Partido Popular, nada más que
se le ha ocurrido decir que se les debe conceder todos los
derechos a que da lugar el padrón – como la asistencia
sanitaria o el de escolarización- “ a todos los seres
humanos, por el hecho de serlo”, sin necesidad de
registrarlos en ningún sitio. ¡Toma del frasco, Carrasco!.
El problema que se nos plantea con la decisión de la
comisaria de Interior de UE, de repatriar a todos aquellos
que estén en suelo español sin papeles, no es para tomárselo
a broma, si no que habrá que tomar una determinación acorde
con lo que UE dice, no en vano somos un país que
pertenecemos a la UE.
Naturalmente que como siempre, para que no nos falte de
nada, saldrán a la palestra todos aquellos que nos recuerdan
que nosotros también fuimos inmigrantes. Y es cierto, pero
lo que se callan es que cuando los españoles emigramos
buscando una vida mejor, a diferentes puntos de Europa, lo
tuvimos que hacer con un contrato de trabajo que nos
permitía la entrada en esos países y donde se nos llevaba a
las fabricas en la que deberíamos realizar esos trabajos
para los que habíamos sido contratados.
Sin ese requisito y un reconocimiento médico al que éramos
sometidos, no podíamos ir a trabajar a ningún lugar de
Europa. Es más para que se callen, de una vez por todas, los
cuentistas de turno, si se nos cogía sin ese permiso de
trabajo, se nos ponía de patitas en Hendaya de vuelta a
España.
Es natural que todos los seres humanos, aunque la ministra
diga lo de seres vivos y no humanos, busquemos una vida
mejor aunque sea fuera de nuestros países, lejos de la
tierra que nos vio nacer, alejándonos de hambre y la
miseria. Pero no es menos cierto que la inmigración debe ser
regulada y admitir esa mano de obra que nos haga falta, pues
el exceso de la misma, al final, creará conflictos y más
cuando no hay trabajo para los nativos de esos países ¿O no?
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