Las últimas semanas han estado
marcadas por las manifestaciones promovidas desde diferentes
sectores del progresismo español, inmersos en una virulenta
campaña de desprestigio contra el partido popular. Todos
ellos afirmando, que nos encontrábamos frente al mayor caso
de financiación irregular de un partido político de nuestra
historia democrática cuando la realidad, tras el
levantamiento del secreto del sumario demuestra, que este
caso es una presunta trama de corrupción liderada por un
empresario que ha sobornado a algunos cargos políticos del
Partido Popular con dinero, regalos y caprichos con la única
intención de enriquecerse ilícitamente.
Quizás, deberíamos recordarles a
estos progresistas, que el único caso de financiación ilegal
cuyos hechos fueron todos ellos probados por la Judicatura a
través de sentencia firme dictada el 28 de octubre de 1997
fue el caso Filesa. Un caso de corrupción consistente en la
creación de una trama de empresas cuya finalidad fue única y
exclusivamente la financiación ilegal del partido socialista
al objeto, de sufragar los gastos ocasionados por las
campañas electorales del año 1989. El auto inicial imputaba
a 39 cargos socialistas por los delitos de falsedad
ideológica en documento mercantil, fiscal, malversación de
fondos públicos, apropiación indebida, falsedad en documento
público, delito monetario, tráfico de influencias y
asociación ilícita.
El sumario del caso Gürtel sin
embargo, tal y como indicaba al principio, señala
nítidamente el presunto enriquecimiento personal de algunos
dirigentes del PP pero, en ningún momento desvela una
financiación irregular de dicho partido no obstante, el
principio de presunción de inocencia recogido en nuestro
orden constitucional me impide nombrar a quienes aparecen en
el sumario pero, si reconocer la honorabilidad de una
formación política cuyos dirigentes han respondido
adecuadamente, desligándose de la misma mientras se
desarrolle el proceso judicial. Los próximos meses serán
cruciales en el esclarecimiento de un caso, que ha indignado
a la sociedad española en general y en particular, a la
militancia popular quienes desean un partido limpio.
En definitiva, los expertos
demagogos del partido socialista obrero español han
encontrado el argumento perfecto para desviar durante algún
tiempo, la atención de una ciudadanía, cuya preocupación
fundamental es poder llegar a final de mes, conservar su
puesto de trabajo y poder hacer frente a las deudas
contraídas con las diferentes entidades financieras.
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