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OPINIÓN - DOMINGO, 11 DE ABRIL DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

EE.UU, reforma educativa
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Con la llegada del Sr. Obama al poder – a todos les ocurre lo mismo- cumplidos los primeros 100 días, presentó una serie de propuestas para el sistema educativo. Algunas de ellas, polémicas, como tratar de vincular el sueldo de los docentes a los resultados académicos de los alumnos, encontrando una dura oposición por parte de los sindicatos. Con pocos recursos y muchas ideas, el Presidente pidió una alianza entre políticos, docentes y familiares, para superar las divergencias y mejorar, al perecer, el maltrecho estado de la educación en Estados Unidos.

En estos días, presenta una nueva propuesta de reforma en la que pide que el Estado tenga la potestad de acometer los cambios necesarios sobre el 5% de las escuelas que peores resultados obtengan, de acuerdo con los sistemas de evaluación federales. Entre esas medidas se encuentran el despido masivo de maestros y profesores. Los Sindicatos ya han dicho que consideran ese extremo inaceptable. El debate por la reforma de la educación tendrá lugar en los próximos meses, dentro y fuera del Congreso.

Pero, antes de continuar, conviene saber que la conducción del aparato educativo depende legal y formalmente de cada uno de los Estados, combinada con un tradicional respeto al principio de autonomía educativa de las comunidades locales (distritos o municipios), siendo, por lo tanto, los Parlamentos existentes en cada Estado los que, obviamente, discuten y establecen la legislación educativa –niveles primarios y secundarios-. La concreta política de cada Estado es más bien competencia de su Junta Estatal de Educación.

Centrándonos en la última propuesta, ya ha empezado a encontrar una dura resistencia de los sindicatos, por lo expuesto anteriormente con respecto a las competencias educativas, que corresponden a los Estados, ya que el modelo educativo de EE.UU está completamente descentralizado.

El Sr. Obama quiere mejorar el nivel educativo de las escuelas públicas de EE.UU. De hecho, los Sindicatos de profesores se han pasado los últimos años combatiendo las deficiencias del Sistema Educativo Público, instaurado por el anterior Presidente Bush, donde se puso en marcha un método para evaluar la calidad educativa de los colegios a través de una serie de exámenes de Lecto-escritura y Matemáticas, impuestos y administrados por cada uno de los cincuenta Estados.

La citada reforma produjo dos grandes problemas: por un lado, los docentes de muchas escuelas se habían centrado en formar a sus alumnos para aprobar los dos exámenes de las materias citadas; por otro lado, que muchos Estados han ido rebajando la dificultad de las pruebas para que sus escuelas reciban más fondos, creando competitividad a la baja.

El mayor cambio sería un nuevo método para evaluar los centros educativos, no sólo a través de esos exámenes, sino según otras coordenadas, como asistencia a clase o porcentaje de graduación de los alumnos.

El Gobierno Federal seguiría premiando a las escuelas más exitosas con más fondos y castigando a las que peores resultados obtengan, con cambios impuestos desde arriba. Bajo estas directrices, las escuelas que consigan sobresalir y demuestren avances reales, recibirán una mayor recompensa.

Por otra parte, la Federación Americana de Profesores, ha criticado duramente el Plan de Reforma: “A pesar de la prometedora retórica inicial, este plan se carga a los docentes con el 100% de la responsabilidad y les concede un cero por ciento de autoridad. En una ley que afectará a millones de estudiantes y sus profesores, no tiene sentido que los mismos carguen con la responsabilidad de garantizar que los estudiantes y sus escuelas triunfen”.

También hay que tener muy en cuenta, que los maestros que eduquen a niños de entornos pobres, que sufren penurias económicas, se enfrentan a un desafío mucho mayor. Los resultados de un examen no puede ser el único baremo. A veces se dice que un maestro educa mejor cuando tiene buenos estudiantes o cuando enseña a niños que tienen sus necesidades básicas satisfechas. Y suele ser cierto, porque un resultado no esperado es que muchas escuelas públicas de zonas deprimidas, o aquellas que educan a niños con necesidades especiales, han quedado sumidas en el fracaso.

Ya el Sr. Obama, en su primera propuesta, dirigiéndose a los maestros, en tono amenazante, advirtió: “No pidáis más dinero, no grupos de alumnos más reducidos, sin estar dispuestos a considerar una nueva forma de evaluar mejor el sistema”. Y continuó, con gran dureza: “Si un profesor se le da una, dos o tres oportunidades, pero no mejora, no hay excusas para que sigan enseñando”.

Siempre es bien recibido un cambio cuando el sistema educativo no va bien, pero el pago por méritos individuales, suele ser, en general, un método que conduce al fracaso.

Por otra lado, el Sr. Obama ha asegurado que le parece reduccionista que sólo se juzguen a los alumnos por las notas en Lecto-escritura y Matemáticas, y espera que tras la reforma –si se lleva a cabo- se tenga en cuenta su preparación general para cursar estudios universitarios. Sí parece que está en lo cierto.

Lo que no parece lógico, vincular el sueldo de los docentes a los resultados de los alumnos y al despedido, cuando los mismos en aquellas escuelas que obtengan peores resultados, vayan al paro. Es de esperar que las fuerzas vivas, Estados, Sindicatos, docentes y familiares flexibilicen esas propuestas. ¿Cómo se recibirían, en nuestro país, propuestas como éstas?
 

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