Esta escribidora sí. Para ser
sincera, votaré porque me consta que tienen buen criterio en
ese asunto, pero también en otros igualmente peliagudos,
aunque, si prometen tienen que cumplir, que quede claro.
Dice el Ministro Rubalcaba , tras el último feroz asesinato
de la pobre niña de Seseña por una compañera de catorce
años, que “no se puede legislar en caliente”. Bueno ,que
echen cubitos de hielo y que se lo pregunten a la desdichada
madre de Sandra Palo que tiene que contemplar con horror
como detienen una y otra vez al Rafita, asesino de su hija,
sin que parezca existir medio de encerrarle.
Y que conste que, desde su promulgación, fuimos muchos los
articulistas que nos llevamos las manos a la cabeza, porque
entendíamos que la Ley del Menor, bucólica, azucarada y
pastoril, como un poema de Garcilaso de la Vega, era
promulgada para una especie de “mundo feliz” y totalmente
irreal. Porque, amigos, ¿para que nos vamos a engañar?.Ahí
están los menores de edad, los jóvenes, de entre ellos
surgirán los médicos del futuro, los trabajadores, los
comerciantes, los abogados, los políticos, los empresarios,
los funcionarios, los policías y también los psicópatas, los
criminales, los delincuentes, los enfermos mentales, los
violadores, los pederastas y los mangurrinos. Habrá de todo.
Y la función inmediata de una normativa aplicable a un
periodo de edad es evitar males mayores, tratar de enderezar
a los enderezables, diagnosticar de antemano a los enfermos,
determinar el grado de peligrosidad de los delincuentes
tempraneros y sobre todo y antes que nada, proteger a la
sociedad. El paternalismo lacrimoso para la sociedad, que no
para los aprendices de criminales.
Mis treinta años en el derecho penal aportan cierto grado de
experiencia vivida a la hora de opinar que, la edad penal a
los dieciséis años, con la atenuante de minoría de edad y el
ingreso en una prisión con módulo de menores es una medida
infinitamente más disuasoria que el ingreso en un centro,
seis meses máximos de preventiva, cinco años de
internamiento en régimen cerrado por cometer crímenes
horribles y luego a la calle, por muy psicópata que sea el
joven o la jovena (lenguaje no sexista). Y la ventaja con la
que contamos es que, nuestro sistema penitenciario es de tal
calidad que propuse a la magnífica Mercedes Gallizo, esa
discreta profesional que dirige nuestras prisiones desde su
Secretaría, que debía hacerse una especie de oferta de
“Turismo Penitenciario” para que el turista sepa que, caso
de encontrarse con alguna avería su destino no puede ser más
confortable, pulcro, moderno e impecable. Nada de cárceles
tercermundistas. Aunque las hay, pocas pero no muy lejanas.
En las cárceles y con un régimen penitenciario en los
módulos de menores, los delincuentes juveniles encuentran
unas oportunidades de reinserción que se fundamentan en la
disciplina, el temor a las sanciones y el currárselo para
salir. Nada gratis. Edad penal a los dieciséis años y Ley
del Menor a partir de los diez años, porque un psicópata de
diez años también hace pupa y padres desnaturalizados pueden
aprovechar, como aprovechan a niños y niñas para robar,
mendigar y delinquir. De los diez años a los dieciséis años
a Centros de Internamiento. Y el gran reto pendiente de
nuestra Gallizo: centuplicar los psiquiátricos
penitenciarios. Y el gran reto del resto: Diferenciar los
centros de menores según la peligrosidad, con diagnóstico
previo realizado por equipos, no de psicólogos, sino de
psiquiatras capaces de identificar patologías y en caso de
patologías, centros psiquiátricos juveniles.
Lo que resulta aberrante es tener las cárceles llenas de
enfermos mentales sin diagnosticar y centros de menores
donde convivan individuos con patologías peligrosas y
choricillos que se han pasado un poco.
Menos psicólogos y menos asistentes sociales y más
psiquiatras en cárceles, centros, institutos y colegios.
¿Qué si el PP nombrará a un Director Nacional de Salud
Mental como lo es Rojas Marcos es Nueva York? Apuesten algo
a que sí. Por eso les votaré. Por favor, que no me
defrauden.
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