Se, positivamente que algunos de
ustedes, cada vez que hablo de mí abuela, pensarán ya está
otra vez hablando de su abuela, que pesado es el gachó.
Y no crean, por supuesto, que esto me molesta en absoluto,
al contrario me sienta estupendamente esas ideas que,
algunos de ustedes tienen sobre ello. Porque, puedo
asegurar, voy a aseguir hablando de las cosas que me decía
mí admirada viejita, puesto que todo ello era una auténtica
lección de lo que es y de lo que será la vida.
Mí abuela vivió toda clase de ideas políticas, puesto que
conoció a los Reyes, la República y la Dictadura. Y ese
conocimiento de cuantos gobiernos políticos había visto
nacer y terminar le hacia, sin duda alguna, ser historia
viva de cuantos acontecimientos sucedieron en España,
durante todos esos gobiernos.
Para mí, ella era la verdadera historia de España, en esas
diferentes etapas que había vivido. Los historiadores, esos
que cuentan los hechos acaecidos me traen, en la mayoría de
los casos sin cuidado todo cuanto puedan decir. Puesto que
no hay más historia verdadera que la que sin escribirla, la
vivieron quienes fueron testigos presenciales de todos los
acontecimientos.
Y los historiadores, los que se dedican a contarnos esos
acontecimientos que no vivieron, pero que han recogido en
algunos escritos importantes guardados, con sumo cuidado en
algunas universidades e incluso en palacios particulares de
algunos pudientes, no cuentan la verdadera historia de esos
acontecimientos que, incluso nos llevó a cambiar de
regimenes, Monarquía, República y Dictadura.
Tanto en cuanto, algunos de esos historiadores, se dejan
llevar por sus ideas políticas deformando la verdadera
historia que, con toda seguridad, para los que no la
vivieron, les puede llegar a tener una idea equivocada de la
misma.
Cuando algunos de estos historiadores, sólo cuentan la
historia como el que va a la feria, la cuenta según les va,
dejan de ser historiadores, para convertirse en simples
cuentistas, que sólo valen para arrimar el ascua a su
sardina.
Flaco favor les hacen a esas posteriores generaciones que
les lean, porque no cuentan la verdadera historia de España,
ni el por qué se produjeron ciertos acontecimientos, que
dieron lugar a llegar hasta donde en estos momentos nos
encontramos, disfrutando del menos malo de los regimenes,
según dijo un gran estadista, la Democracia.
Me hace gracia cuando algún historiador foráneo nos llega
para escribir nuestra historia, la historia de nuestro país,
olvidándose de contar la del suyo que, por cierto, tiene una
historia para dar y repartir, incluida la ginebra, los
piratas, los asuntos de cama y otras cosillas de lo que,
incluso, algunos se podrían avergonzar, si estos
historiadores u lo que sean, se dedicasen a escribir la
historia de sus países y no vinieran a contarnos cuentos
para niños de pecho.
Incluso queriendo saber más que nadie, nos hacen abrir
tumbas donde, por cierto, no están los restos de quienes
ellos dicen que están, Por qué, no cuentan las historias de
sus países. Quizás siente vergüenza de hacerlo.
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