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OPINIÓN - LUNES, 5 DE ABRIL DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

La huelga de cada año
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es algo que ya forma parte de la Semana Santa, el que en esos días de más movimiento, si no son los controladores aéreos, son los pilotos y si no parte del personal hotelero, o quien sea. El caso es fastidiar.

En esta ocasión fueron una parte de los de los ferrocarriles, con lo que hubo personas, muchas, que en vez de llegar a su lugar de destino, en una fecha, se tuvieron que quedar en el camino hasta el día siguiente.

Esto de las huelgas y concretamente en los servicios públicos se está escapando de las manos, porque en todas ellas los paganos son personas que nada tienen que ver con los problemas internos que un gremio determinado tenga.

Está claro que en nuestra Constitución se contempla y se admite el derecho de huelga, cosa justa y que tenemos que respetar, pero la idea de una huelga, desde que apareció, fue una forma de reivindicar y enfrentarse los obreros con los patronos, no la de fastidiar un trabajador determinado a otras personas que nada tienen que ver en el asunto.

A lo largo de mis muchos años ya de profesional en la docencia he vivido más de una y más de doce situaciones de huelga en las que no he participado, porque siempre, aun partiendo de reivindicaciones justas, he considerado que en absoluto iba a perjudicar, salvo en su imagen, al ministro o ministra de Educación o al director provincial, que uno y otro iban a seguir como estaban y cobrando igual, mientras que los perjudicados, en este caso, iban a ser unos alumnos que nada tenían que ver con esos problemas que pudiera yo estar reivindicando.

Naturalmente, mi forma de pensar no es la de un sindicalista, ni lo quiero ser, que, en la mayor parte de los casos, está apoyando, dirigiendo y espoleando, pero sin arriesgar nada.

Ahora, y no ha sido una huelga monstruo, además de que no ha sido fuertemente secundada, lo único que podemos decir de ella es que fastidió a muchos y no ha beneficiado a nadie, además de que ni siquiera ha servido para mostrar el lado positivo de las reivindicaciones que pudieran existir.

A mí, personalmente, no me afectó directamente esa huelga, porque son pocas las veces que yo uso el ferrocarril, pero aquellos que tenían cuatro días de descanso y por esos problemas perdieron uno y medio en las estaciones de ferrocarril, no van a aplaudir, ni de lejos, a los huelguistas de ese día.

Con todo, va siendo hora de irse acostumbrando a estas actuaciones, en los momentos más inesperados, y no sé si un día, el Gobierno de turno, sea del perfil que sea, va a tener fuerza suficiente para saber negociar, como es debido, con unos sindicatos que, salvo honrosas pero escasas excepciones, se han quedado en eso únicamente, y creo que para proteger, promover o apoyar huelgas o manifestaciones, esos sindicatos van con el paso cambiado en la sociedad de hoy.

Formar e informar es otra cosa, apoyar unas situaciones que no favorecen a nadie y perjudican a terceras personas, podía ser válido en otros momentos, hoy ya no vale para nada.

Ahora, con la situación económica como está, con la sociedad intranquila y sin unas perspectivas claras, en unos días, aunque pocos, algunos que nada tienen podrían haberse hecho con un trabajo y frenar esto es estar apoyando todo menos recuperarse los más necesitados de la situación tan precaria que existe. Si muchas veces es inoportuna una huelga, en estos días lo ha sido más.
 

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