O lo que es lo mismo, repetición
de lo de todos los años por estas fechas, además en unos
días que se repiten sin remisión, porque Jueves Santo y
Domingo de Resurrección siempre caen en el mismo orden, sin
que haya habido, todavía, político alguno, a nivel nacional
o autonómico que haya podido cambiar el orden.
A lo largo del año hay una serie de fiestas con puentes o
sin ellos que son típicos por la salida masiva, desde las
grandes ciudades, San José, Semana Santa, Primero de mayo,
la Virgen de agosto, el Pilar, la Constitución, Navidad y
Año Nuevo.
Hay años en los que en casi todas esas fiestas se forman,
más que puentes, acueductos, pero no menos cierto es que
algunos años muchas de ellas se quedan reducidas a nada o,
únicamente, al fin de semana, exclusivamente.
Con la Semana Santa, sea en marzo o en abril, no sucede eso,
porque desde el miércoles al domingo queda paralizado, casi
por completo, el país, sin bancos y con los servicios
mínimos en muchos aspectos, con lo cual, aquellos que,
todavía, no entraron en la crisis, pueden salir durante
varios días y con ello lo que se viene dando es que
miércoles y jueves aparecen las carreteras a tope, con una
serie de lugares ya clásicos en los embotellamientos y
atascos que, empiezan siendo de cien metros y algunos pueden
llegar a tener hasta 40 kilómetros, o incluso más.
De esto saben mucho aquellos que coinciden en las salidas
hacia Extremadura, N-V, a la Coruña, N-VI, a Valencia, N-III
y un largo etc.
Es cierto que no sólo hay atascos en la salida de Madrid,
pero lo que no se puede negar es que había lugares típicos
de embotellamientos, como la dirección a Valladolid,
especialmente desde muchos kilómetros antes de Medina del
Campo, que se han corregido, desde hace varios años, con lo
que ese trayecto queda, cuando menos, pasable, mientras que
a otros muchos no han llegado esas soluciones y todo el que
tiene que seguir alguna de esas rutas caracterizadas por el
atasco y la marcha lenta, especialmente hacia Extremadura,
Andalucía o Valencia, sabe que lo mejor es armarse de
paciencia y “sonreír” porque, con atascos incluidos, ellos
han podido salir de casa, mientras otros deben permanecer
donde otros días. Es la única ventaja.
A lo largo de los años ya casi nos sabemos de memoria esas
recomendaciones, como si fueran un disco rayado,
aconsejándonos las salidas escalonadamente, diciéndonos que
no utilicemos las horas punta y otra serie de rollos, no
modificados ni alterados. Lo malo es que ponerse de acuerdo
con el vecino puede ser viable, pero que el que vive en
Móstoles se ponga de acuerdo con el que viva en Ciudad
Rodrigo eso ya es más complicado. Me parece a mí.
El miércoles pasado, aunque con algunas retenciones, más
bien pocas, se salvó la situación bastante bien, porque
entre otras cosas había quien se había adelantado un par de
días y con ello la salida sí fue escalonada.
Ahora, el regreso, y ahí habrá otro cantar, porque salvo en
aquellas comunidades en las que el lunes es festivo, en el
resto el lunes hay que volver “al tajo” y todos los que
salieron en casi una semana, tienen que regresar hoy en unas
cuantas horas.
Esto, y a cada uno hay que darle lo suyo, es la “fruta del
tiempo”, es el deseo de cambiar de aires, es ir en busca de
unos pueblos distintos, para unos pocos días, apenas unas
horas, pero necesarios para dar un claro giro a la rutina de
muchos meses.
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