La Semana Santa de Melilla se ha convertido en un fiel
reflejo de su sociedad plural, en la que, por segundo año
consecutivo, participan como portadores de trono inmigrantes
del CETI y, por quinta vez en diez años, un preso de
confesión musulmana logró en la jornada de ayer por la noche
la libertad por gracia de Jesús Cautivo. A las 16:25 horas
de ayer, Jueves Santo, la Casa de Hermandad del Cautivo
abría sus puertas para que la imagen, una de las más
veneradas de la ciudad, iniciara su largo recorrido de más
de doce horas que vivió un momento importante por la noche
con la liberación del preso.
En torno a las 22:00 horas, el Cautivo concedió la gracia de
la libertad a un recluso, en una tradición que se retomó
hace diez años tras medio siglo de interrupción.
Tras casi dos años en prisión por un delito de lesiones, el
preso, cuya identidad no ha trascendido para preservar su
intimidad, volverá a pisar las calles de Melilla, gracias a
esta medida de la que antes se han beneficiado siete hombres
y dos mujeres, cuatro de ellos también musulmanes.
De esta manera, la Semana Santa melillense se convierte en
un ejemplo de pluralidad de una sociedad integradora, en
cuyas calles pueden verse por igual personas de diferente
confesión religiosa.
La Semana de Pasión de la ciudad autónoma también integra, a
partir de una participación directa, a los inmigrantes
acogidos en el CETI, que el pasado año salieron por primera
vez como portadores de trono y que han querido repetir
experiencia.
En total, este año participan 30 subsaharianos, 17 de los
cuales viven esta penitencia por segunda vez, al llevar
sobre sus hombros a la Virgen del Rocío, conocida entre los
ciudadanos como “La novia de Melilla”.
El Cautivo y el Rocío procesionan juntos, aunque este año
las obras que se realizan en su recorrido habitual les han
obligado a cambiar su camino.
Cientos de melillenses se han agolpado a la salida de las
dos imágenes, a las que acompañan un gran número de
penitentes.
Junto a esta cofradía, otras dos más realizarán esta noche
estación de penitencia en una jornada en la que el viento
está molestando, especialmente a los pasos de palio.
Uno de esos palios es precisamente el que estrena la “Blanca
Paloma”, obra de Juan Campos Santacruz.
La Cofradía del Cautivo y del Rocío ha sido pionera en
varias ocasiones, ya que fue la primera que posibilitó que
también las mujeres pudieran sacar sobre sus hombros las
imágenes.
Desde entonces, otras hermandades también han seguido el
ejemplo, ya que existe entre ellas un ambiente de
colaboración, que se refleja en distintas fases de la Semana
Santa.
Y es que en Melilla no resulta llamativo que la banda de
música de una cofradía acompañe las imágenes de otra, lo
mismo que no resulta llamativo que una misma plegaria se
pronuncie hasta de cuatro formas -cristiana, musulmana,
judía e hindú-, tal y como ocurrió el pasado martes en el
acto de desagravio del Cristo Humillado.
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