Que además puede ser aniquilado
con un simple chaparrón, es el que está corriendo peligro
estos días y algunos de estos trabajos ya han quedado
reducidos a la nada por las lluvias, otra vez lo mismo, del
fin de semana pasado, del lunes y del martes. Mal vamos.
Nunca he pertenecido a cofradía alguna, por aquello de que
cuando yo era pequeño, en mi pueblo no había cofradías en
las que yo hubiera podido entrar y luego ya de mayor parece
que no se vive de la misma manera, ni se siente como se ha
venido sintiendo para aquellos que, de siempre, tuvieron “su
cofradía”.
Sin embargo, sí que viví muy de cerca, por amigos,
compañeros de trabajo y alumnos, lo que es y lo que sentían
de la Semana Santa, durante mi estancia en Jerez de los
Caballeros, localidad bonita y en la que la Semana Santa se
“respira a pleno pulmón”.
Allí sí se vivía durante todo el año, pensando en “su” paso
y tratando de superar lo que se había hecho en años
anteriores. Allí como en Sevilla, Valladolid, Zamora,
Granada ..., había quien dedicaba más horas a la cofradía
que a su propia familia y siempre con la vista puesta en esa
“salida majestuosa” de su imagen el día que, desde tiempo
inmemorial, estaba establecido que saliera.
Cuando las vísperas de esa salida aparecía un tiempo claro,
sin nubes que pudieran acarrear una suspensión de esa
procesión, se les veía felices, con aires de fiesta, con la
idea de haber logrado el objetivo de todos los años. Cuando,
por el contrario, aparecía la víspera amenazando lluvia, se
notaba en el semblante la preocupación de que no pudiera
lucir todo el trabajo como merecía.
Así un año y así al siguiente. Así hace treinta años y así
sigue hoy mismo, porque las lluvias en la Semana Santa han
caído muchas veces, así como, muchas veces también, hizo
buen tiempo.
El pasado domingo, cuando desde mi tierra veía por
televisión ciertos reportajes de Sevilla y de Valladolid,
sentía como algo propio aquellas suspensiones o retiradas
antes de lo programado, por culpa de la inoportuna lluvia.
Veía como, mientras en Málaga salía una procesión con un
tiempo extraordinario, en Sevilla se habían suspendido
algunas salidas y otro tanto había ocurrido en Valladolid.
La cara de los cofrades lo decía todo, lágrimas, tristeza,
desolación, pero tras esto había algo que nos indica que eso
no es una mera afición, sino una verdadera vivencia:” Es
preferible no salir, antes que se deteriore el paso”. Había
que saber leer esta expresión, había que comprender que
estas buenas gentes se consideran los auténticos guardianes
y protectores de unas imágenes que son algo más que eso,
algo más que una simple representación, porque en realidad
se trata de joyas artísticas, que en Valladolid, por
ejemplo, según los verdaderos expertos, representan, con
diferencia, la calidad por encima de todo.
Estoy escribiendo en la tarde del martes, ahora mismo ha
dejado de llover, y ya han salido a hacer su recorrido
varias procesiones en todo el territorio nacional, pero
también ha habido más de una, y más de una docena que se han
suspendido, esta misma mañana temprano una en Ávila,
precisamente una que tiene un fuerte tirón turístico. A
partir de ahora lo que hace falta es que, los propios y los
foráneos puedan disfrutar de esas procesiones, algo muy
nuestro, que atrae a gentes de todas las partes del mundo, y
que es la culminación de todo el trabajo, trabajo muy serio,
de un año, durante el que la ilusión, con eso basta, no
quiere verse frustrada.
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