El tradicional “Encuentro” que realiza cada año la Fervorosa
Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno y
Sacratísima Virgen de la Esperanza seguramente habrá sido
uno de los momentos más bonitos y brillantes de la Semana
Santa del 2010. Según fuentes de la Policía Local, más de
siete mil devotos presenciaron este ‘Encuentro’. A las 20.15
horas aparecía la Cruz de Guía de la Hermandad por el dintel
de la puerta del Santuario de Nuestra Señora de África para
anunciar que un año más Madre e Hijo estaban dispuesto
encontrarse ante la muchedumbre congregada en los aledaños
de la plaza de África.
Cada año que pasa el ‘Encuentro’ entre Jesús Nazareno y la
Virgen de la Esperanza congrega un mayor número de personas.
Los ciclos anuales renuevan la fuerza del pueblo ceutí para
convertir esa noche, la del encuentro en única y, gracias a
Dios, en repetible. Se derraman lágrimas y aplausos, miradas
y flashes de cámaras ajenas o propias. Son centenares las
máquinas que van inmortalizando cada uno de los suspiros de
La Legión, Jesús o María; cada movimiento, cada paso y cada
mecido.
Después de un día que amaneció lluvioso y nublado, después
de una gran acogida al Medinaceli y su Madre por las calles
ceutíes el Lunes Santo, ayer hacía aparición el ‘Encuentro’.
Es imposible vivir en otro lugar una mezcla de sabores
religiosos y militares tan compatibles. Algo que al amante
de la Semana Mayor le incita a llegarse a Ceuta cada Martes
Santo.
Pasos muy cortos, elegantes con la Señora, acompasado ritmo
de paso del Nazareno con la pesada Cruz a cuestas reviraba
de izquierdas por la Plaza de Africa en tanto que la
Esperanza guapa, afligida de dolor, medio extendía sus
brazos con las manos buscando cobijarle.
La Esperanza salió por González Tablas y giró hacia Plaza de
África tras oler directamente el mar desde la confluencia
con Paseo de las Palmeras. Un gentío espectacular esperaba
en los mejores sitios, aguardaba el momento del acercamiento
de los pasos, hasta rozar sus maniquetas.
Los costaleros, sin dolor, a golpe de trabajadera lograban
la magia ayudados por una masa que ovacionaba la
impresionante chicotá del Encuentro.
Unidos, pegados los pasos, los respiraderos transmitían el
esfuerzo de los de abajo. El Nazareno y la Esperanza, frente
a frente. El cornetín de órdenes del Tercio toca las notas
mágicas. Dispuestos. Los costaleros ya saben lo que tienen
que hacer.
Lástima del tiempo, que desangró la continuidad del
‘Encuentro’ en apenas 10 minutos. Tantas horas de espera
para tanta satisfacción comprimida en menos de un cuarto de
hora. Un acercamiento entre los pasos, una levantá al
unísono, un abrazo entre capataces y un intercambio de
“vivas” en la oscuridad, en el interior de los trancaniles
de los pasos. “Vivas tú, mi Nazareno”, “viva tú Virgen de la
Esperanza”. De fondo el tambor, encendiendo la música con
los palillos, pegando en la madera del tambor y fraguando el
ambiente a encuentro en las postrimerías del mismo.
La emoción recorre el cuerpo de todas y cada una de las
miles de personas que coincidieron en el momento más
apasionado de esta Semana Santa, aparece un nudo en la
garganta, mientras se intenta cantar la letra de un Novio de
la Muerte sentido, propio, nuestro.
La Asociación Cultural Banda de Ceuta marcando una perfecta
sincronización con la de tambores y cornetas del Tercio,
lograron un realce magnífico a tan espectacular momento. El
Nazareno (izquierda ‘alante’, derecha atrás) giraba sin
prisas, pero sin pausas, mientras una eternidad de acordes
marciales marcaban el paso.
Finalmente, bajo la mirada de Juan Vivas, presidente de la
Ciudad, el comandante general, Enrique Vidal de Loño y el
presidente del Consejo de Hermandades, Juan Carlos Aznar,
que se encontraban en la balconada del Ayuntamiento, Jesús
Nazareno se dio la vuelta para despedir a su madre y hacer
la carrera oficial, además de dirigirse a calles
emblemáticas de la Semana Santa ceutí como Amargura,
Ingenieros o Velarde, antes de recogerse en su templo.
|