Fernando VII solía repetir
frecuentemente a su camarilla el íntimo criterio que tenía
del país: “España es una botella de cerveza, y yo soy el
tapón”. Viene a ser lo de “Después de mí, el diluvio”, de
Luis XV, pero en chulo.
Más o menos, cambiando lo que haya que cambiar, fue lo que
Iker Casillas le estuvo diciendo a Parejo en el
Alfonso Pérez, en un lance del encuentro entre Getafe-Real
Madrid. Todo nace en una salida pifiada del portero, lo cual
en él se ha convertido en norma, y que esta ocasión, como en
tantas otras, terminó en gol.
A IC, los medios le han aupado hasta una posición de mito
que está ya en esa línea tenue que separa lo serio de lo
bufo. En la noche lluviosa de Getafe, nos tocó presenciar
cómo el muchacho nacido en Mostoles, con su severa
amonestación a Parejo, traspasó esa raya y acabó haciendo de
bombero torero. Con el debido respeto que yo les tuve
siempre, y les sigo teniendo, a los componentes de tan
magnífico espectáculo taurino, humorístico y musical.
Los mitos, por el mero hecho de serlos, jamás podrán errar.
Así lo entienden y lo defienden a capa y espada, quienes
deciden en su día que a alguien, por cualesquiera razones,
les sean magnificadas sus actuaciones. Aunque en el empeño
deban mentir hasta el extremo de hacernos creer que lo
blanco es absolutamente negro.
Un portero español, que defiende la portería del Arsenal, lo
expresó claramente hace ya bastantes meses: “Si a mí los
periodistas me contaran nada más que las buenas
intervenciones y silenciaran mis ‘cantadas’, seguramente yo
sería el mejor guardameta del mundo”. A partir de entonces,
la prensa española, que acertó a descifrar el mensaje,
comenzó a destacar los fallos de Almunia. En otra
ocasión, Benítez, entrenador del Liverpool, manifestó que
Pepe Reina era mejor que Casillas. Y tanto el entrenador
como PR fueron criticados acerbamente. Palop, portero
enorme del Sevilla, que sufrió lo indecible hasta triunfar
ruidosamente, hubo de hacer una prueba de humildad en la
selección: “Me conformo con estar en la selección de tercer
guardameta”.
Al mito, a medida que queda ya lejos la historia mejor
contada de cuando el profesor le dijo en el colegio que tal
y tal y tal, y además se van perdiendo en el horizonte los
penaltis parados en la final de la Eurocopa de selecciones
nacionales, se le va viendo cada vez más el plumero de sus
continuos desaciertos, debido a que nunca ha dejado de ser
un portero mediocre.
IC, incapaz de dominar el área pequeña, los balones por
elevación son un auténtico martirio para su equipo, hace que
el Madrid se vea sometido al juego de la ruleta rusa. Torpe
en el manejo del balón con los pies, demuestra cada día más
que ha vivido en los últimos años sin el menor deseo de
progresar. Y viene dando muestras palpables de estar escaso
de valor. Salir con los pies por delante no tiene nada que
ver con tirarse a los pies de los rivales. Y qué decir de
sus blocajes. Inexistentes por sistema.
Ahora, cuando Víctor Valdés está en su momento
culminante, y consigue brillar sin contar con la ayuda de
quienes crean mitos, ha de soportar que tanto Pellegrini
como Vicente del Bosque, cobardes sin causas, digan
lo contrario de lo que sienten. Para no exponerse a
represalias de los creadores del mito. Y, sobre todo, de la
bronca que pueden ganarse de ese Casillas convencido de que
es Luis XV. Y si albergan dudas, que vayan y le pregunten a
Parejo.
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