Yo no creo que haya policías que
estando fuera de servicio y desarmados se les ocurra muy de
noche darse una vuelta por el Polígono Sur de Sevilla o “Las
Tres Mil Viviendas”. Sobre todo por la zona correspondiente
a las 624 viviendas y conocidas también por “Las Vegas”. Me
imagino que al margen del conocimiento que ellos tienen de
ambos lugares y del peligro que corren transitándolos, los
jefes o compañeros más veteranos les habrán aleccionados al
respecto.
En el caso de que algún policía decidiera saltarse el
consejo a la torera y se viera sorprendido por los moradores
de lugares tan peligrosos, sufriendo daños físicos y otras
vejaciones, a la Policía sólo les queda el recurso de buscar
a los culpables para que se les juzgue rápidamente. Con lo
que ello significa...
En España, pegarle a un policía fuera de servicio no es lo
mismo que hacerlo en Estados Unidos, por ejemplo. No sólo
por las leyes imperantes, sino también porque los
delincuentes saben que se la juegan por esa regla del
corporativismo trasnochado. Del que ahora no hay por qué
opinar.
En muchas capitales españolas existen barrios donde darse
satisfacciones noctívagas no son aconsejables. Para nadie.
También hay pueblos cuyas zonas consideradas peligrosas
tampoco invitan a frecuentarlas. Ya que hacerlo es exponerse
a cualquier contratiempo grave.
Ceuta nunca fue una ciudad peligrosa. Hablo desde que a
principios de los años ochenta yo tuve la oportunidad de
vivirla intensamente, durante la noche. Si bien es cierto
que a veces los riesgos no están en las zonas más alejadas y
menos alumbradas de la ciudad. Que son las que suelen causar
alarma social. Si bien hay que reconocer que no es lo
habitual.
Hace ya bastantes años, trabajaba yo en un periódico cuya
redacción estaba en una nave situada en el Muelle de
Poniente. La nave colindaba con las escolleras que daban
refugio a un montón de inmigrantes ilegales e individuos que
se refugiaban en ellas. Los compañeros me alertaban
continuamente de los riesgos que corría al recorrer andando
la zona de regreso a mi casa. Sin ninguna compañía. Nunca me
ocurrió nada. Sin embargo, varios años después fui asaltado
en pleno centro. Pero no creo que venga a cuento mirar hacia
atrás para hurgar en un caso bien juzgado pero jamás cerrado
a conciencia.
El Jefe Superior de la Policía Nacional de Ceuta, José
Luis Torres, cuando tomó posesión de su cargo, dijo que
Ceuta no era una ciudad peligrosa. Y lo sigue manteniendo de
manera subjetiva. Como él acostumbra a recalcar. No ha
mucho, por decir que Ceuta era una ciudad segura, le dieron
una ración de aceite de ricino impresa. Y anduvo el hombre
durante varios días siendo la comidilla de la ciudad. A mí,
que tuve a bien aliviarle en parte el momento desagradable
que estaba viviendo José Luis Torres, también decidieron
aplicarme el tratamiento oportuno para ver si me iba de
varilla. Sin éxito, claro está. Pues bien, otra vez han
vuelto a las andadas los que gustan de tener sometido a un
proceso inquisitorial permanente, al Jefe de la Policía
Nacional de Ceuta. Hasta que éste claudique en lo que tiene
que claudicar. Y otra vez, si a partir del lunes la
situación lo requiere, haremos lo que esté a nuestro alcance
para que no lo sambeniten.
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