Cuando se acerca la Semana Santa,
no se por qué razón me da por ser bueno y, solamente,
acordarme de cosas que ocurrieron en ese tiempo de épocas ya
pasadas, y que sólo queda en el recuerdo de quienes tuvimos
la suerte de haberlas vivido. Porque, sencillamente, forman
parte de la historia de todos los que tuvimos esa suerte y,
por supuesto de vivir para poder contarlo y, de alguna
manera, por medio del boca a boca, hacerle llegar esas
vivencias que forman parte de la historia de nuestra tierra,
a esas generaciones que llegaron más tardes.
Lo que nos parecía de lo más normal a los que vivimos
aquella época hoy, a las nuevas generaciones, acostumbrados
a otra forma de vida, les parecerá, en la mayoría de los
casos, algo absurdo e incomprensible.
Cómo podría entender, esta nueva generación, que los Viernes
Santos los coches no circulasen y, por toda la ciudad, se
guardase un silencio absoluto, que solamente se rompía el
Sábado de Resurrección, donde toda la chiquillería se
lanzaba a la calle, arrastrando una ristra de latas, armando
un gran ruido celebrando, de esa forma, que el Mesías había
resucitado.
En los tiempos en los que vivimos, a algunos le puede
parecer retrograda esta actuación de los niños de aquella
época. Incluso no acertarían a entender que no pudiesen
andar los vehículos y se caminase en silencio sin elevar la
voz. Era otra época. Era otra forma de vivir y festejar
algunas de nuestras tradiciones.
Comprendo, perfectamente, el pensamiento de estas últimas
generaciones que no vivieron aquella época. Y comprendo
totalmente que, hoy día, sería inimaginable que los
vehículos no circularan por nuestras calles y que se pasease
tratando de no elevar la voz. Y ni que decir tiene que
comparto lo absurdo que seria que el sábado de resurrección,
toda la chiquillería, saliese a calle arrastrando una ristra
de latas armando ruido.
Hay que vivir según la época que le toque hacerlo a cada uno
pues, cada época, tiene una forma diferente de vida y máxime
con los avances que, en los momentos actuales, tenemos.
Sería de imbécil querer volver al pasado, sin seguir
avanzando en la sociedad. Eso si que es ser retrogrado.
Pero dicen que todo aquel que olvida la historia de sus
pueblos, está obligado a repetirla. Es sólo un dicho que
jamás deberá de cumplirse y, por ello, debemos seguir unidos
a los avances de la historia de la Humanidad..
Este escrito no tiene más deseo que las juventudes actuales
o aquellas generaciones que nos precedieron, conozcan alguna
parte de la historia de nuestra tierra que a le gente de mí
época les tocó vivir pero que, sin duda alguna, forman parte
de la historia de nuestra tierra.
Y la historia es justo que se conozca para, un día al hablar
de ella, se tenga conocimiento de la misma, sabiendo las
formas en la que se vivía, por aquella época, algunas de
nuestras tradiciones. En este caso la Semana Santa de Ceuta.
Otro día seguiremos hablando de esa Semana Santa, porque hay
muchas cosas que contar de ella.
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