Los escolares del Príncipe perpetraron anteayer miércoles un
nuevo ataque contra el autobús que los regresa a casa desde
el colegio. En este caso la agresión se produjo desde el
interior del vehículo, cuando los golpes y patadas
propinados por los adolescentes lograron fracturar las lunas
traseras del autobús de la línea 8.
Tras un par de semanas de respiro, los escolares de la
barriada del Príncipe que toman la línea 8 de autobuses
urbanos para regresar a casa han vuelto a perpetrar otro
ataque contra uno de los vehículos que realizan este
itinerario.
Si anteriormente el método más habitual era emprenderla a
pedradas contra el vehículo en cuanto llegaba a la barriada,
en esta ocasión son las patadas que suelen propinar a las
lunas del vehículo las que han acabado ocasionando serios
daños al patrimonio de la compañía Hadú-Almadraba.
El gerente de la empresa concesionaria, José María Cuéllar,
explicó al EL PUEBLO que el último ataque se produjo
anteayer miércoles desde el mismo interior, cuando los
golpes y patadas alcanzaron tal magnitud que lograron
fracturar los cristales de la parte trasera del autobús.
El nuevo ataque se produce sólo dos días después de que la
compañía reforzara el servicio en esta línea a la hora en
que se produce la entrada y salida de los adolescentes a los
centros escolares. Este reforzamiento era en gran medida una
respuesta de la compañía al cese de la hostilidad contra
esta línea de autobuses tras las últimas detenciones de
menores relacionadas con la retahíla de apedreamientos que
venía padeciendo el servicio. “Les refuerzo el servicio para
que vayan más cómodos y me lo agradecen reventando los
cristales desde el interior del autobús”, se quejó Cuéllar.
El gerente de Hadú-Almadraba se encuentra muy consternado
porque lejos de suprimir este trayecto en las horas más
conflictivas, como amenazó con hacer si no cesaban los
ataques, finalmente optó por reforzar el servicio a la hora
en que era utilizado por los jóvenes usuarios. Sin embargo,
los menores no se han mostrado igual de complacientes.
La situación exaspera a la compañía de autobuses urbanos
porque el problema parece enquistado y no se atisba ni un
sólo movimiento de cambio en la actitud de los adolescentes.
“A ver si es verdad que se terminan este tipo de ataques
vandálicos de una vez porque estamos realmente cansados”,
sentenció Cuéllar.
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