Es presidente de la Asociación
Deportiva Ceuta. Y lo es, todo hay que decirlo, por arte de
birlibirloque. Porque así lo está queriendo quien más manda
en la ciudad. Pero Felipe Escane no se da cuenta de
que ha sido nombrado a dedo para dirigir un equipo de fútbol
cuya tristeza es fiel reflejo de su carácter.
La tristeza de Felipe Escane es tan conocida cual
contagiosa. De manera que el equipo lleva mucho tiempo
consumiéndose como una pavesa. El pesimismo del presidente
se unió, durante más de un año, con el de Carlos Orúe;
entrenador cuyos bostezos sólo eran superados por las
broncas que les echaba a los jugadores más débiles de
carácter.
El día que Orúe, nacido en Jerez de la Frontera, dijo que se
aburría en Ceuta, FE debió enviarle una carta a su domicilio
diciéndole que se pasara por las oficinas del club para
firmar el finiquito. Pero al presidente de la ADC, nombrado
a dedo por el hombre que más manda en la ciudad, le faltaron
huevos para ello y sólo se limitó a mantener su abridero de
boca crónico y a mirar para otro lado. Y a partir de ahí
todo comenzó a rodar por la ladera de los despropósitos.
A FE, presidente de la ADC, por arte de birlibirloque, le
cuesta trabajo entender que por su cargo es persona sometida
a críticas. Máxime cuando nadie le exige que se mantenga al
frente de un equipo destacado del fútbol español, en su
categoría, que no merece tener un presidente que no aporta
nada al club. Mas en cuanto las críticas negativas se
suceden se pone de los nervios y se convierte en un hombre
que hace declaraciones malintencionadas contra el anterior
presidente. Y da una imagen penosa, lamentable, grotesca,
etcétera. Sobre todo porque es reincidente. Cierto es que si
repite actuaciones tan desdichadas es porque se lo consiente
quien debiera aconsejarle que se mordiera la lengua antes de
decir sandeces que a nadie benefician.
A FE se lo dan todo hecho. Él está solamente para acudir al
Ayuntamiento a pedir dinero. Y, desde luego, por más que
preguntamos acerca de su gestión es imposible obtener
respuestas que favorezcan a una persona carente de la
personalidad idónea, para ser la cabeza rectora de un club
famoso por pagar bien y cumplir con sus compromisos.
He oído días atrás unas declaraciones de FE en una emisora
de radio local, que son merecedoras de ser estudiadas por
ese psicólogo, de cuyo nombre ahora no me acuerdo y que la
ADC ha contratado por deseos de José Diego Pastelero;
entrenador que sustituyó a Orúe.
En esas declaraciones, el presidente de la ADC no quiere
hablar de sus responsabilidades deportivas. Verbigracia:
tener tres jugadores sin fichas y en las gradas. Todo un
despilfarro. Prueba evidente de su invalidez para manejar
dinero ajeno. Tampoco se le reconoce que haya sido capaz de
ganarle dinero a ningún traspaso. Y encima, debido a su
apocamiento, ha dado pie a que el nuevo entrenador imponga
un psicólogo para que los jugadores dejen de ser
ciclotímicos. Lo cual ni siquiera pudieron contrarrestar con
ACC. Iniciales que los jugadores llevan en el calzón
de su vestimenta deportiva. Y que significan lo siguiente:
Atiendan a Cecilio Castillo. Imagino
que será por ser un sabio del fútbol.
(Alicia Urbano Marfil es sabia (!) en muchos otros
menesteres.)
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