Los organizadores lo consideran la
fiesta de la entrada de la primavera, una fiesta más que
podría ser atractiva, de nos ser porque en esta moda de “con
el alcohol vale todo”, los comas etílicos, especialmente en
este tipo de fiestas, causan más daños y más disgustos de lo
que cabría esperarse.
¿Ésta es la diversión de nuestra juventud?. Las respuestas
deben ser varias y variadas. En primer lugar, al botellón no
va toda la juventud, ni tampoco todos los que van son
jóvenes.
Es más, esta moda, que hace muy pocos días tuvo su exponente
máximo en Granada y otra gran representación en las
inmediaciones de Sevilla, ha surgido porque no todos los
jóvenes pueden sufragarse un par de rondas, con sus amigos,
donde los precios han sido y siguen siendo, tan abusivos,
que con la “paga” que una madre o un padre le dan al chaval
no podría estar mucho rato alternando con sus compañeros.
Para evitar eso que le pasa a uno y les pasa a casi todos
los jóvenes, hacen “ su propia compra”, pagan entre todos y
con lo que les iba a costar una copa pueden tomarse tres o
cuatro.
El primer paso lo han saldado a su favor, pero viene el
segundo y aquí las cosas no les son tan favorables, porque
una copa no le va a sentar mal, dos caen un poco peor y ...,
a partir de aquí, todo lo que llegue será veneno
momentáneamente y adicción para el futuro.
Esto ya sienta mucho peor y a esos jóvenes muchísimo más,
por lo que tenemos que un alto porcentaje de jóvenes de 16
años ya están metidos, de lleno, en ese mundo y cuando
llegan a los 18 mucho más, como si estas aventuras se
hubieran convertido, casi, en “una forma de vida para el fin
de semana”. No sé cómo se puede enmendar.
Las leyes, no lo olvidemos, están para cumplirse, pero
cuando un chaval de 17 años va a comprar una botella de ron,
o un paquete de tabaco, no parece que sea misión del
estanquero, o del dueño de una tienda, pedirle el documento
de identidad, con lo que siendo menor puede estar
adquiriendo unos productos que le estarían vedados,
legalmente, por su edad.
Por otro lado está el problema de si tiene que estar
vigilando la Policía, Nacional, Local o la Guardia Civil.
Esto sería más que discutible y además no me parece lo más
potable que para este tipo de “fiestas de la borrachera”
tengamos que tener allí guardándoles a nuestros agentes que,
seguramente, serán más necesarios en el mantenimiento de un
orden que otro tipo de gentes intente desestabilizar.
Es difícil, yo al menos no percibo por donde se puede dar
una solución, que hay que dar, a estos problemas que han
surgido de la forma más absurda y que están siendo
auténticas taras sociales.
Todavía no tengo en mi poder unos datos exactos o
aproximados de hasta donde llegan los comas etílicos en la
fiesta de la entrada de la primavera, pero viendo el
ambiente que había, observando la cantidad de botellas de
alcohol que circulaban y viendo el número, por encima de los
15000 jóvenes, sin otro freno más que el de su propia
conciencia o el de sus simples caprichos, mucho me temo que
las intervenciones médicas debieron ser numerosas, en algo
provocado, no controlado y que se escapa de toda
programación coordinada y legítima.
Esto es un plus, pero un plus que nos cuesta, también, a
quienes jamás estuvimos en un botellón, ni nos agrada que
exista.
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