Juan Luis Aróstegui,
convencido desde que tenía pantalón corto de estar
superdotado para pensar bien y accionar mejor, vive desde
hace muchos años la amargura de sentirse despreciado por los
votantes de esta tierra. Ciudadanos a los que a su vez él
detesta por negarle la posibilidad de participar en la
política activa, con mando y ordeno en el Ayuntamiento. Lo
cual es normal en alguien que ha dado siempre muestras
evidentes de padecer de ‘bovarismo’: “Estado de
insatisfacción debido al desajuste entre la alta concepción
de sí que tiene y sus condiciones reales”.
Aróstegui ha estado siempre necesitado de reconocimiento
público. Y viendo que nunca lo ha tenido (ni siquiera cuando
galleaba como concejal aliado con un partido socialista, que
ya daba muestras de extenuación crónica, en Ceuta), en la
medida deseada, ha jugado su última baza para hacerse con un
escaño cual opositor en las próximas elecciones.
Aróstegui ha hecho la mar de bien trajinándose la voluntad
de Mohamed Alí para que éste le ofreciera la
oportunidad de formar parte de una coalición sin la cual le
resultaría imposible cumplir su sueño: volver a ser concejal
para hacer de filibustero en los plenos. Una obsesión que ha
podido causarle problemas y trastornos graves. A partir de
ahora, Aróstegui, provinciano donde los haya, está en su
perfecto derecho de vivir con optimismo el saber que puede
convertirse en jefe de tribu y poblado, con el fin de
empequeñecer aún más el territorio donde vive. Y será así,
sin ningún género de duda, porque UDCE es ya historia. Y
Alí, su líder, terminará, más pronto que tarde, derramando
lágrimas por haberse entregado en cuerpo y alma a los
dictados de un charlatán, Aróstegui, con labia rancia y
escritura acorde con la época de papados medievales.
Eso sí, conviene decir cuanto antes que al líder del PSPC no
se le puede discutir su agudo sentido comercial. Una
cualidad que jamás fue puesta en duda por quienes saben vida
y milagros de este sindicalista con ínfulas de caberle el
Estado en la cabeza. Y dado que Juan Vivas lo conoce
en todos los sentidos, seguramente le hará un traje
sustancioso a la medida para, llegado el caso, templarle la
acometida y ponerlo en la suerte que más le interese al PP.
Una jugada que hará tanta mella en Alí, político honrado
donde los haya, como para que abandone la política activa.
Pero dejemos a un lado la anticipación de acontecimientos, a
fin de recordar que en el PSPC se encuentran los seguidores
que más se han distinguido por defender que los cargos
políticos de Ceuta tenían que ser para los ‘caballas’.
Ahora, sin el menor sonrojo, los de Aróstegui no dudan en
acusar a sus mayores de haber paseado la calle con un
“matasellos en el bolsillo para señalar –mejor marcar, ¿o
no?- con fuego (como el terrateniente a su ganado) lo que es
auténtico de esta tierra”. Menuda desfachatez. Y, por si
fuera poco, también dicen en un comunicado los ‘caballas de
pura sangre’, entre otras cosas, lo siguiente: “Bienvenidos
todos los que creen en la libertad de expresión y de
información y no quieran medios de comunicación que sean
sólo voceros de quien les paga con el dinero de todos los
ceutíes”. Y lo dice Aróstegui: acaparador de todos los
medios, todos los días y durante casi dos décadas. Está
demostrado que el Fulano ha hecho un master de cara dura.
(María del Carmen Porras Muñoz puede ser Premio (!)
Planeta.)
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