Muy a menudo, pues se trata de una
especie de “mundo aparte” de la sociedad, se olvida el
objetivo principal al que han de responder las prisiones, el
de la reinserción social. Gran parte de la población reclusa
entra en un círculo vicioso de reincidencia que le lleva a
ingresar y salir de las cárceles en un sistema que se
alimenta a sí mismo. La falta de medios, sobre todo de
personal de apoyo psicológico, psiquiátrico y médico y de
programas de educación y formación profesional está en parte
detrás del problema. La mezcla de delitos y, por tanto, de
delincuentes, junto a personas que llegan a delinquir por
una enfermedad, bien sea una adicción u otra patología,
también es un obstáculo. Por eso, resultados como los del
centro penitenciario de Los Rosales, que hoy refleja El
PUEBLO, merecen ser valorados.
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