Un lugar junto a los demás. Es la principal reclamación de
las personas con síndrome de Down y sus familiares, que
celebran hoy el día mundial de esta discapacidad. La
historia de este retraso cognitivo se escribe hoy con nombre
propio en Ceuta. El de Carmen Kimatrai Salvador, un ejemplo
de superación de la adversidad que conmueve a todo el que la
escucha.
Esta joven de dieciséis años, hija de Carmen Salvador y
Antonio Kimatrai, cursa cuarto de ESO en el Colegio de las
Adoratrices, pues ha tenido la suerte de recibir una
educación integrada desde los tres años. “Me siento bien en
el cole. He tenido algunas peleillas con niños que a veces
no me han tratado como debieran, pero me siento bien”,
apunta Carmen Kimatrai.
“Como madre y como padre sólo podemos decir que nuestra hija
es una maravilla. Estoy especialmente agradecida a Lola
Catarecha, que fue directora de Primaria en Las Adoratrices,
e hizo mucho por ella”, explica la también maestra.
Carmen Kimatrai está llena de proyectos para el futuro.
“Cuando termine el colegio me gustaría hacer informática.
Soy buena con el ordenador”, se jacta la joven Down.
Al teclado es todo un as. Se baja música, baila, habla por
el Messenger con su hermana, bióloga afincada en Alemania, y
se pierde en los nuevos autopistas de la información.
“Cuando termine de hacer informática quiero trabajar en el
Ayuntamiento, porque en el de Valencia he visto que se
emplea a muchas personas como yo”, explica con desparpajo.
Su madre se expresa con más cautela. “Cuando termine cuarto
de ESO no la voy a mandar al instituto, porque podría sufrir
al notar la diferencia de nivel con sus compañeros. Prefiero
que haga un PCI”, apunta.
La relación con su familia y, en especial con sus tres
hermanos, que la adoran, también resulta clave. “Yo ayudo
mucho en casa, aunque a veces mi hermano se enfada conmigo
cuando tiro un juguete”, se excusa la joven.
La madre es consciente de que el entorno resulta
fundamental. “Allí donde se eduque tiene que estar a gusto.
En buen ambiente, sin que sufra. Tienen que ser felices a la
fuerza porque no ven nada malo, todo el mundo es bueno. A
veces, cuando la ofenden, le digo que se defienda, pero ella
siempre replica que ha sido sin querer”, apunta Carmen
Salvador.
La orgullosa madre no tiene reparos en proclamar la
importancia que su hija ha alcanzado en su vida. “Mi familia
no estaba completa hasta que llegó ella”, declara sin ningún
tipo de reparo.
Naturalmente, no todo ha sido un camino de rosas. “El primer
golpe es tremendo, pero hay que ponerse a trabajar. Los Down
son muy cabezones, pero ella es un encanto”, prosigue la
madre.
Su prima Carlota ha sido fundamental para Carmen Kimatrai.
“Sólo se llevan cinco años y ha hecho magisterio en
educación especial. Es la que la está integrando en la
vida”, continúa explicando la madre de la joven.
Así las cosas, Carmen Kimatrai espera con ansiedad ingresar
en el IES Puertas del Campo para hacer su PCI en
informática. La coordinadora y pedagoga de la Asociación
Síndrome de Down de Ceuta, Marina López, resalta la
importancia de la integración para las personas con esta
discapacidad psíquica. “Deben integrarse a nivel escolar y
social”, apunta. Una integración que debe comenzar en el
ámbito familiar. “Afortunadamente se ha avanzado bastante en
este campo. Porque antes las familias escondían a sus hijos
con síndrome de Down. Hoy esta es una situación que,
afortunadamente, rara vez se da”, explica la pedagoga.
Para los familiares y profesionales que trabajan con estas
personas, el gran caballo de batalla, sobre todo en Ceuta,
es la integración laboral. “Las capacidades para desarrollar
un trabajo depende de cada persona con Down. Pueden
desarrollar trabajos mecánicos, aunque necesiten
preparación. Es decir, que pueden ser repartidores,
reponedores... aunque no conozco ningún caso en la ciudad, a
no ser que trabajen en una empresa familiar”, prosigue
exponiendo la coordinadora de la Asociación Síndrome de Down,
que atiende en Ceuta a treinta y cinco familias.
López tiene muy claro los objetivos de celebrar el Día
Mundial del Síndrome de Down. “Queremos que se recuerden las
necesidades de estas personas, que sean visibles. Desde la
asociación estamos luchando por su integración y su
inclusión en la sociedad, porque es mucho lo que pueden
aportar”, señala la pedagoga.
Sin embargo, la integración a veces colisiona con la falta
de recursos para posibilitarla. Apenas poco más de la cuarta
parte de los niños con Down de Ceuta recibe una educación
integrada con otros que no padecen el síndrome. Las familias
prefieren esta forma de educación que la que se presta en
centros de educación especial, con otros niños que padecen
algún otro tipo de discapacidad. La razón es bien sencilla:
en los Down predominan las conductas imitativas, y la
educación integrada facilita la reproducción de
comportamientos normalizados.
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