El verso fue primero que el
lenguaje del agua, fue la luz que nos permitió ver el
despertar de la vida. Asimismo, es también cierto que un ser
humano sediento desfallece, pero si no presta oído a la voz
de la poesía jamás conocerá lo que es el amor. Y es oxigeno
viviente. La coincidencia, por consiguiente, de que tras el
día mundial de la poesía (21 de marzo), llegue el día
mundial del agua (22 de marzo), me parece un buen nexo de
unión. Primero se ahonda en la palabra y luego, tras el
principio de esa palabra, en el principio de las cosas. La
poesía sintetiza, emociona, nos brinda una manera de entrar
en diálogo con nosotros, lo más difícil. Porque al fin y al
cabo todos nos planteamos los mismos interrogantes y nos
bañamos con los mismos sentimientos. No sólo hay que
inyectar poesía en los sistemas educativos, de igual modo
hay que hacerlo en el diario de la existencia humana. Ya lo
dijo Lorca, “el más terrible de los sentimientos es el
sentimiento de tener la esperanza perdida”. A los hechos me
remito, con un poema se puede abrazar al mundo, y fruto de
esa autenticidad descubrir el cauce de la verdad, el único
manantial que nos hace libres.
Evidentemente el agua es fundamental para la vida. La
apuesta de “agua limpia para un mundo sano” debe ser voz
única, porque es la mejor estrofa para un mundo que deseamos
gire con la poesía. A poco que uno camine por la vía del
mundo, observa los sollozos de los ríos, que no pueden
caminar con más carga de residuos contaminantes, igual le
pasa a los fondos marinos, donde la biodiversidad necesita
con urgencia habilitarle pureza para que pueda subsistir. A
diario, y en todas partes del planetario, se vierten aguas
residuales por doquier, hasta el punto que la incolora,
inodora e insípida flor de lágrima es un bien escaso. Como
siempre la factura de la escasez la siguen pagando los
pobres que son los que menos contaminan. Se dice que el
mundo dispone de los conocimientos suficientes para resolver
estos problemas y gestionar mejor los recursos hídricos.
Pues hágase. Revisemos los modelos actuales de
comportamiento. Volvamos a la poesía. Que el hombre retorne
al poeta que lleva consigo. Hace falta para ello, prestar
atención a los principios fundamentales del orden ético y
moral, principios arraigados en el corazón y en la
conciencia de todo ser humano. O sea, entrar en contacto con
el amor, que es el poema fuente del planeta. Dicho queda.
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