Después de superar el siglo de existencia y las
modificaciones aplicadas en su reglamento, la máxima del
fútbol ya la expresó Vujadín Voskov cuando dijo: “fútbol es
fútbol”. La habilidad técnica de este deporte no nació en el
ámbito del territorio inglés, inventores de un fútbol de
ataque total y que no concebía el pase atrás. Sus formas de
juego diferían a las utilizadas en el fútbol brasileño,
donde el regate, el “driblinc” y el raseo del balón,
fundamentaba su belleza. Ya es leyenda la anécdota de
aquellos aficionados de Brasil que, indignados, silbaban a
los jugadores cuando un balón salía del terreno de juego.
Con la implantación del “catenaccio” italiano y que tuvo
como principal precursor a Helenio Herrera, el fútbol dio un
paso atrás. Se inventó el defensa escoba, el libero, el
5-3-2 y el carrilero. Se trianguló, apareció el tridente y
la dupla. Los bellos años de aquel Ajax de Amsterdam, el
Milan de Sacchi o el “Dream Team” de Johan Cruiff, dio paso
a una generación de entrenadores estudiosos en como anular
las acciones propias del equipo rival y que permanecen aun
en la élite del fútbol. Es el caso de Van Gaal, libreta en
mano en su banquillo.
Decir que los medios audiovisuales generan más dudas que
realidades, es un hecho patente. Según la toma de imagen, el
fuera de juego, el penalti, el agarrón en el área, han
dejado de ser tan claros como lo eran antes. Y en esa trampa
se encuentran inmersos los colegiados. La mayoría desconoce
cuando un jugador utiliza la maldad en una determinada
jugada. Asimismo, machaca al llamado “piscinero” con
tarjeta, cuando generalmente y antes, el defensa le ha
agarrado por el hombro, le ha metido una pierna en el
costado y un cabezazo en la nuca… claro, después toca balón.
Son protectores del defensa especialmente en los corners o
en faltas a balón parado desde el lateral. Vemos en todos
los partidos a defensas, llámese Marchena, Amorebieta o
Wellington… y otros muchos que, olvidados del balón, ¡triste
protagonista!, abrazan, agarran, pegan y agreden a aquel que
busca con ahínco la creación y el fruto del juego. No es
otro que el gol.
Pero a veces ocurre lo contrario, como no podía ser de otra
manera. Tuvimos ocasión de verlo en el último partido jugado
por la A.D. Ceuta en el patatal de Moratalla dónde, en un
corner, los defensas centrales ceutíes son bloqueados por
jugadores contrarios, impidiéndoles jugar el balón, que es
cabeceado libremente por un jugador sin marca. ¿Acaso en ese
bloqueo no se desentienden del balón? ¿Se puede interpretar
como una jugada de estrategia? Bloquear a un contrario es
desentenderse del balón. Esa jugada ilegal, desde todos los
puntos de vista, fue el inicio de la caída del equipo ceutí
en tierras murcianas. No con ello se justificaría el pésimo
partido realizado.
Es cierto que el bonito juego practicado ante el Murcia
Imperial, hizo creer a la afición que el Sr. Pastelero
podría enderezar el rumbo alicaído del Ceuta de Carlos Orúe.
La destitución de este “trainer” ultradefensivo, debe ser un
acierto para los intereses de play-off. Y si realmente
interesa el ascenso, debe saber el Sr. Pastelero que el
Ceuta debe de ir a ganar a todos los campos… sin excepción.
Lo vemos en cada jornada… Real Jaen, Poli Ejido, Écija.
No es de recibo la política de fichajes del mercado de
invierno. En este aspecto, lo nuevo debe superar lo
existente. Dejar sin ficha a jugadores, caso Pepe Martínez,
es un proceso para estudiar. Pero aún peor es el caso del
joven canterano Jesús Villatoro, jugador con cualidades que
solo necesita continuidad y que ya no aparece. Con los
nuevos fichajes, nadie pensó que Carlos de Lerma no puede
ser el único creador de un equipo con aspiraciones. Es un
magnifico futbolista al que no dejan explotar. Excesivo
trabajo el suyo… crear, cortar, subir.
En cuanto a los canteranos, otra interpretación merece el
equipo del Murallas, equipo ceutí en tercera división, con
jugadores de los que pronto fichará uno de ellos en el
Arsenal… otro en el Chelsea. Lo saben ustedes, ¿verémos a
Borja con Arsene Wenger?. O será en el Barcelona B de Luis
Enrique. Será uno más… uno más de los que tienen que
triunfar fuera de su casa.
Quería otorgar su merito al balón, denostado a patadas por
muchos…y acariciado por los virtuosos del fútbol.
Ciertamente, es ese esférico que, a pesar de los cambios,
sigue siendo el mismo. En su interior, se encierran miles de
historias, de anhelos y de sueños, del amor a una camiseta…
y como carta de presentación, en honor a su idiosincrasia,
recuerda al aficionado su verdad. Que gusta de ser
caprichoso, pícaro, que es coqueto cuando besa las mallas…
que en el juego le gusta deslizarse por el tapiz… que, en
definitiva, “es el poder”.
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