Entre la pena más profunda y la absoluta crispación, hoy,
desgraciadamente, me veo obligado a sentarme a escribir
estas líneas sobre una eterna polémica que yo creía que
formaba parte de la historia, una historia un tanto gris de
nuestra ciudad y sus Hermandades y Cofradías.
Ayer, cuarto viernes de cuaresma, todos los ceutíes nos
levantamos con la gran sorpresa de que, por una decisión de
la Junta de Gobierno de Santa María de África, la imagen de
nuestra Excelsa Patrona permanecería sin vestir hasta pasada
la Semana Santa, según aseguró dicha Junta a un medio local.
Cuál fue mi sorpresa cuando, tras leer esta información, me
acerqué al Santuario de nuestra Virgen y corroboré dicha
noticia, quedando en ese momento sumido en la más profunda
de las tristezas. Tristeza por una parte y crispación, como
ya he comentado antes, por la otra.
Desgraciadamente, para mí y muchos ceutíes, ayer el tiempo
voló hacia atrás unos veinte años. De nuevo, la imagen que
trajeran los portugueses a Ceuta, volvía a vestir sin manto
y sin corona. Yo, pequeño, aún recuerdo los llantos de
muchos ceutíes cuando, allá por principio de los noventa,
tras la restauración llevada a cabo en la imagen de la
Virgen, ésta quedaba sin poder vestir ni salir a la calle.
Fueron muchos años de agonía, de tristeza, de desolación y
de un profundo vacío por las calles de la ciudad cada cinco
de agosto cuando, mi Patrona, no podía salir a la calle. Y
lo hacía por dos razones; una por la recomendación
equivocada y desamparada de soluciones que condenó a la
imagen a no procesionar y, en segundo lugar, por la posición
de la Iglesia y Dirección Espiritual de la Hermandad por
aquel entonces que se empeñaron en que la imagen no se
vistiera y no pudiera sentir el calor de su gente en la
calle cada cinco agosteño. Actitud que daba una de cal y
otra de arena a nuestras Hermandades y sin terminar de
comprender que en la verdadera Iglesia, todos tenemos
nuestro sitio y camino. Caminos que, al fin y al cabo,
terminan todos yendo a Dios y son necesarios para nuestras
comunidades y parroquias.
Tras muchos años de desamparo continuado y de miradas al
cielo, de rezos sin su imagen en la calle y de anhelos de
volver a verla donde siempre y como siempre, un grupo de
soñadores se lanzaron a la aventura de que, la Virgen de
África volviera a su historia, a lo que siempre ha sido: la
Virgen de mi pueblo, por las calles de su Ceuta, la del
manto y la corona; es decir, la Virgen de nuestras vidas y
la que simboliza nuestra fe, nuestras almas y que es morada
eterna de nuestras súplicas. Fueron años de vacío, de
mirarla y no terminar de verla y de una profunda tristeza.
Recuerdo pegadas de carteles reclamando que nuestra Virgen
vistiera con su manto y su corona y que, por supuesto,
volviera a la calle un año más. Trabajo y más trabajo que,
años después, se vio recompensado con la labor incansable de
aquellos soñadores y de don Salvador Sánchez de la Campa.
Por fin, aquel verano de 1.996, la Virgen volvía a vestir
sus merecidos atributos y a salir en procesión por las
calles de su bendita Ceuta, que no la dejaba ni siquiera
avanzar entre la multitud.
Por todo esto, por tantos sueños frustrados y recompensados,
por tantos anhelos y por tanto trabajo, ayer volvía una
densa crispación a nuestras mentes que nos transportaba a
aquellos años fatídicos de desconsuelo y tribulación. Un
paso atrás de una Junta de Gobierno a la que, desde estas
líneas, reclamo la responsabilidad de que la Virgen haya
vuelto a no vestir sus atributos, esos que derramaron tantas
lágrimas y que tanto trabajo costó volver a ponérselo. Es
injusto que, ahora, por simple capricho y, seguramente, por
malos consejos o recomendaciones, nuestra Patrona vuelva a
lucir sin sus símbolos más característicos.
Indignación, esta mía, que ayer compartí con aquel grupo de
soñadores, con muchas personas que se preguntaban el porqué
de que la Virgen estuviera así y con el vestidor de la
imagen que, al verse impedido, había delegado su trabajo en
el antiguo vestidor de la misma.
Y lo peor de todo es que, la imagen de mi Virgen, va a estar
así hasta después de la Semana Santa, como si de una
ostentación manifiesta se tratara el que la Virgen vistiera
con su Manto y su Corona. Como si ahora, por ser cuaresma,
no deberíamos vestir nuestras mejores galas en estos
importantes días, como si no pudiéramos portar nuestros
mejores trajes o los sacerdotes no pudieran vestir sus
casullas y alzacuellos más inmaculados. Espero que, tras la
polémica suscitada y el malestar de muchos cofrades, la
Junta de Gobierno haya sabido recapacitar y, hoy sábado, la
imagen ya permanezca con su Manto y su Corona, inundando de
belleza y alegría el Santuario que lleva su Bendito Nombre.
La historia, viene de lejos, y la de Ceuta y nuestras
Hermandades es muy rica. Y la historia de Ceuta siempre se
ha visto ligada a la Virgen de África, la Pastora de
nuestras almas, la que gobierna nuestras vidas, la del MANTO
Y LA CORONA.
*Caballero Costalero de Santa María de África
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