Se recrudece el acoso de la Royal
Navy, que pertenece a la Armada Inglesa y, por tanto, hijos
de la Gran Bretaña, súbditos de su graciosa Majestad que,
por cierto, jamás le he escuchado contar ningún chiste, por
lo que no entiendo lo de graciosa, a las patrulleras de la
Guardia Civil frente al Peñón.
Gracioso, lo que se dice gracioso es Hugo Chávez que arranca
sonrisas y aplausos, con sus ocurrencias, en su programa
televisivo. Además canta y todo. Bueno eso es lo cree él,
pero a ver quién es el guapo qué le lleva la contraria a tan
democrático presidente y no le ríe sus gracias. Porque
gracioso es una jartá contando chistes al final de los
cuales se da golpe en el pecho, con ambos puños cerrados y
enseña sus perfectos colmillos.
Perdonen, me estoy desviando del tema que quería tratar, que
no es otro, que el de los súbditos de su graciosa Majestad
en el acoso a las patrulleras de la Guardia Civil que, cada
día, son más intensos.
Como podemos recordar, la Armada británica llegó a
protagonizar un sonado episodio al hace prácticas de tiro,
teniendo como blanco una boya con la bandera española.
A la vista de estos hechos el Gobierno español se dirigió a
Londres para poner fin a este tipo de enfrentamiento. Pero,
al parecer, tales protestas, por parte española, de nada ha
servido. Ellos siguen a lo suyo, haciéndole menos caso a
nuestro Gobierno que a servidor en la ONU. ¡Que ya es decir!
Y es que, estos hijos de la Gran Bretaña, van a lo suyo sin
importarles nada lo que digan o piensen los demás. Eso, al
parecer, es lo que dan a entender con su actitud en sus
acosos a las patrulleras de la Guardia Civil, que son
hostigadas mientras realizan labores de vigilancia para
prevenir operaciones procedentes del narcotráfico.
Resulta incomprensible el recrudecimiento de estos acosos a
las patrulleras de la Guardia Civil, cuando se trata de dos
países que son socios de la UE, y entre los que existen unas
buenas relaciones.
El Ejecutivo español debería hacer valer sus derechos sobre
unas aguas que son determinantes para la seguridad de
nuestro país. Y si Londres, se vuelve a hacer el sordo, sin
querer escucharnos, pasando olímpicamente de nuestras quejas
por su actitud, tendremos que tomar algunas medidas para que
este acoso, que se incrementa cada día o cada vez que les
apetece a los hijos de la Gran Bretaña a nuestras
patrulleras de la Guardia Civil cese.
No me pregunten que haría yo, si fuese algo en el Gobierno,
porque siempre he pesando que para chulo el menda que se
pasea en la cadena del retrete.
De momento, para que los llanitos pudiesen salir de
Gibraltar para entrar en España, les iba a hacer un registro
que, por cada coche, iba a durar al menos seis horas, Y a
los españoles que fuesen a comprar a Gibraltar les iba a
poner unos aranceles, por los artículos ingleses, que les
iba salir a mitad de precio comprándolos en España. Y eso si
que iba a ser “gracioso” y de cabreo para los súbditos de su
graciosa Majestad.
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