Cuando le dijeron que yo la iba a
entrevistar para la revista ‘Ceuta Siglo XXI’,
inmediatamente se puso en guardia. O sea, a la defensiva.
Porque creía que servidor la iba a someter a un tercer grado
morboso o algo por el estilo. Vamos, que se le había metido
entre ceja y ceja que mis preguntas estarían preñadas de
causticidad.
Debido a semejante desconfianza, que uno creyó tan exagerada
como ridícula, opté por decir a quien correspondía que
estaba harto de soportar tonterías de tres al cuarto de los
políticos y que entrevistarles hacía ya mucho tiempo que no
era de mi agrado. De hecho, había estado ya bastantes años
dándole la espalda a este género. En fin, que una mañana
acudí a su despacho en compañía de quien debía y pactamos la
entrevista con la consejera de Medio Ambiente y portavoz del
Gobierno.
Durante la entrevista, dos días más tarde, la conversación
con Yolanda Bel transcurrió de manera sosegada. Pues
hice todo lo posible porque desde el principio se percatara
de que uno no iba con vocación de inquisidor sino, simple y
llanamente, a procurar por todos los medios que sus
respuestas hicieran posible conocerla más como mujer y no
para que nos explicara los problemas que le causan sus
cometidos políticos.
Apacible y tranquila, conforme las preguntas y respuestas se
iban sucediendo, la consejera no tenía nada que ver con esa
mujer que estamos acostumbrados a ver casi todos los días
detrás de un atril dando la cara como portavoz del Gobierno.
Esa mujer para la que, y está en su derecho por ser el jefe
de la oposición, Mohamed Alí pide reprobación pública
por parte del Gobierno o bien su “dimisión o cese”. Siguen
los políticos hablando de cese cuando lo que corresponde
decir es destitución. No se enteran. Con lo fácil que es
leer la diferencia que existe entre ambas palabras. Y uno,
claro está, sigue empeñado en clasificar a los políticos por
su manera de expresarse.
A lo que iba, que, llegado el momento, yo le dije a una
relajada YB que el cargo de portavoz no es muy agradecido. Y
ella me respondió que habría que cuidar más a esta figura,
mejorando su imagen y sobre todo procurando no ponerla casi
siempre entre la espada y la pared.
Cierto es que lo dijo con otras palabras. Pero yo aseguro
que es lo que quiso decir y lo que piensa por sentir cada
día el desgaste que proporciona un cargo donde quien lo
ejerce jamás se salva de las críticas. Unas por tener que
ponerle voz a las mentiras o errores de otros compañeros;
otras, porque el portavoz puede tener un mal día y estar
desacertado en sus exposiciones. Y las restantes porque sí.
Porque los aplausos son siempre para la misma persona. Pues
es la única que disfruta de la baraca que sólo se pone de
parte de los elegidos. En este caso, representada por un
pueblo entregado.
En rigor, ser portavoz del Gobierno, por más que lo sea
persona agradable para la vista, cual es el caso de YB, es
tarea complicada, que causa, amén de desgaste,
avinagramiento del carácter. Y así se lo he recordado muchas
veces a una consejera que tuvo el detalle, tras poner antes
a prueba mi paciencia con su desconfianza, de decirme,
finalizado el interrogatorio, que si podíamos seguir
hablando más tiempo.
(Laura Ortiz Gómez forma parte del grupo compuesto
por setenta intelectuales (!) ceutíes.)
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