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OPINIÓN - VIERNES, 12 DE MARZO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Yolanda Bel
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Cuando le dijeron que yo la iba a entrevistar para la revista ‘Ceuta Siglo XXI’, inmediatamente se puso en guardia. O sea, a la defensiva. Porque creía que servidor la iba a someter a un tercer grado morboso o algo por el estilo. Vamos, que se le había metido entre ceja y ceja que mis preguntas estarían preñadas de causticidad.

Debido a semejante desconfianza, que uno creyó tan exagerada como ridícula, opté por decir a quien correspondía que estaba harto de soportar tonterías de tres al cuarto de los políticos y que entrevistarles hacía ya mucho tiempo que no era de mi agrado. De hecho, había estado ya bastantes años dándole la espalda a este género. En fin, que una mañana acudí a su despacho en compañía de quien debía y pactamos la entrevista con la consejera de Medio Ambiente y portavoz del Gobierno.

Durante la entrevista, dos días más tarde, la conversación con Yolanda Bel transcurrió de manera sosegada. Pues hice todo lo posible porque desde el principio se percatara de que uno no iba con vocación de inquisidor sino, simple y llanamente, a procurar por todos los medios que sus respuestas hicieran posible conocerla más como mujer y no para que nos explicara los problemas que le causan sus cometidos políticos.

Apacible y tranquila, conforme las preguntas y respuestas se iban sucediendo, la consejera no tenía nada que ver con esa mujer que estamos acostumbrados a ver casi todos los días detrás de un atril dando la cara como portavoz del Gobierno. Esa mujer para la que, y está en su derecho por ser el jefe de la oposición, Mohamed Alí pide reprobación pública por parte del Gobierno o bien su “dimisión o cese”. Siguen los políticos hablando de cese cuando lo que corresponde decir es destitución. No se enteran. Con lo fácil que es leer la diferencia que existe entre ambas palabras. Y uno, claro está, sigue empeñado en clasificar a los políticos por su manera de expresarse.

A lo que iba, que, llegado el momento, yo le dije a una relajada YB que el cargo de portavoz no es muy agradecido. Y ella me respondió que habría que cuidar más a esta figura, mejorando su imagen y sobre todo procurando no ponerla casi siempre entre la espada y la pared.

Cierto es que lo dijo con otras palabras. Pero yo aseguro que es lo que quiso decir y lo que piensa por sentir cada día el desgaste que proporciona un cargo donde quien lo ejerce jamás se salva de las críticas. Unas por tener que ponerle voz a las mentiras o errores de otros compañeros; otras, porque el portavoz puede tener un mal día y estar desacertado en sus exposiciones. Y las restantes porque sí. Porque los aplausos son siempre para la misma persona. Pues es la única que disfruta de la baraca que sólo se pone de parte de los elegidos. En este caso, representada por un pueblo entregado.

En rigor, ser portavoz del Gobierno, por más que lo sea persona agradable para la vista, cual es el caso de YB, es tarea complicada, que causa, amén de desgaste, avinagramiento del carácter. Y así se lo he recordado muchas veces a una consejera que tuvo el detalle, tras poner antes a prueba mi paciencia con su desconfianza, de decirme, finalizado el interrogatorio, que si podíamos seguir hablando más tiempo.

(Laura Ortiz Gómez forma parte del grupo compuesto por setenta intelectuales (!) ceutíes.)
 

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