Catorce participantes del programa ‘Grundtvig’ procedentes
de Bélgica, Italia, Portugal y Ceuta visitaron ayer las
instalaciones del Centro Penitenciario Los Rosales para
cintemplar la creación artística y la educación para adultos
que reciben los reclusos ya que su proyecto común es
demostrar que las artes potencian habilidades en las
personas e internos como medio de reflexión sobre la vida,
lo que ha sido y lo que será, y qué se puede hacer para
mejorarla. Además, la expedición europeo pudo comprobar el
interés de la población carcelaria a través de las
manualidades expuestas en el Revellín.
Catorce participantes del programa europeo ‘Grundtvin’, que
por primera vez se hace en la ciudad autónoma, visitaron
ayer las instalaciones del Centro Penitenciario Los Rosales
acompañados por su director, Juan Hernández, el subdirector,
Máximo Martínez, así como diversos funcionarios de la
cárcel, entre ellos, el director artístico, Óscar Egea.
Esta expedición conformada por profesionales y docentes de
Bélgica, Italia, Portugal y España, tiene como objetivo
mejorar la calidad y la dimensión europea de la educación de
adultos en un sentido amplio, incluyendo la enseñanza
formal, la no formal y la enseñanza informal, el
autoaprendizaje. Aunque su campo de trabajo se centra en la
población reclusa, de ahí que durante la jornada de ayer
comprobasen cómo el arte, la elaboración de artesanías y
manualidades e incluso murales del centro pintados al agua
por los internos, contribuyen a la reeducación, reinserción
y rehabilitación de los mismos.
El patio de mujeres, los locutorios de jueces y abogados, el
taller de lectura, la escuela sí como la cocina, fueron las
instalaciones que los europeos visitaron, observando una
actitud “pacífica y relajada” por parte de los presos, tal y
como manifestó el representante del centro, que además
insistió en que la cercanía con la población penada en un
recinto pequeño “modificaba sus conductas, donde no cabe la
agresividad o la violencia, por el trato personalizado que
les damos”.
Por su parte, el representante del grupo español, Ignacio
Sada, explicó que estas sociedades de aprendizaje entre
varios países tienen un proyecto común, que en el caso
específico de Ceuta junto al resto de europeos, siendo los
italianos los responsables del trabajo global, es “el
trabajo con los presos en torno a la creación artística, por
eso hoy hemos venido a ver el funcionamiento de una clase de
cocina con la población carcelaria y las manualidades que
han realizado”.
‘Grundtvig’ tiene una duración de dos años y durante ese
periodo, España, Bélgica, Italia y Portugal intentarán
mostrar que, a través de la creación artística, “se
desarrollen una serie de habilidades entre las personas y
los presos también, que les permiten reflexionar sobre lo
que ha sido su vida, lo que es actualmente y lo que podría
ser”, acentuó Sada. Trasladada esta idea al centro
penitenciario, los profesionales creen que este proyecto
podría ayudar al penado a pensar en el por qué “se encuentra
allí”, cómo puede ser “su vida en el futuro” y lo que “tiene
que hacer” para mejorarla. Una vez finalizados los dos años,
“se recogen las experiencias vividas en los diferentes
países, ponerlas en común y editar, o no, algún material
gráfico que trasladaríamos a aquellas personas que han
contribuido a su consecución”, por lo que Ceuta tendría una
copia.
|