Sólo poco más de la cuarta parte de los niños ceutíes con
síndrome de Down en edad escolar se educa en un centro de
integración, mientras que el resto sigue dependiendo del
colegio de educación especial para personas con discapacidad
de San Antonio. Para los padres es muy importante que los
colegios tengan recursos y acogan niños con este síndrome
porque favorece la imitación de conductas normalizadas.
La situación de las personas con síndrome de Down ha
mejorado ostensiblemente en la ciudad durante los últimos
años, sin embargo, la batalla de sus familias para que se
sean educados de manera integrada en otros colegios con
niños sin discapacidad todavía continúa. Según informaron a
este periódico Marina López y Ángela Agulló, pedagoga y
logopeda de la Asociación Síndrome de Down, respectivamente,
sólo un 27 por ciento de los escolares que padecen este
retraso cognitivo son educados en centros de integración,
mientras el resto lo es en el centro específico para
personas con discapacidad de San Antonio, propiedad del
Ministerio de Educación.
Los niños con síndrome de Down que reciben una educación
integrada están escolarizados en el colegio concertado de
Las Adoratrices y en el público José Acosta. En teoría,
todos los centros escolares deberían contar con profesorado
de educación especial, logopeda, pedagogo terapéutico y
menos niños en las aulas, pero sólo los referidos acogen a
escolares con esta discapacidad psíquica.
Las especialistas de la Asociación Síndrome de Down
explicaron que los centros de integración son muy
importantes para la educación de estos pequeños porque
tienden a las conductas imitativas.
Hasta la fecha, todos se han quedado en Educación Secundaria
y ninguno ha accedido al Bachillerato, cuando comienzan a
enseñarse conceptos abstractos y empieza a notarse más
fehacientemente la distancia de nivel entre unos escolares y
otros. No ostante, en la asociación también se dan casos de
nivel cognitivo alto, como el de un adolescente que ha
conseguido acceder a un módulo formativo de alfarería.
Los mayores, hasta los 21 años, pueden estudiar jardinería.
Después de esta edad comienza el temor de los padres porque
pueden deteriorarse en casa sin actividad. En todo caso,
también existen los talleres de los FEAPS y los servicios de
la propia asociación, de la lectoescritura a los talleres de
manualidades y el cálculo, pasando por la hipoterapia y la
hidroterapia.
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