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OPINIÓN - DOMINGO, 7 DE MARZO DE 2010

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES. 1


Ainoa Torices está casada con Alejandro Vázquez Sotorrío, jugador de la Asociación Deportiva Ceuta. Ainoa es mujer con la que conversar es un placer. Le gusta el fútbol. Mejor sería decir que ama el fútbol. Por lo que conoce todos sus entresijos. Ainoa es nacida en León y se nos muestra cual es: una mujer de su tiempo que habla idiomas y sabe lo que quiere. Alejandro y Ainoa son padres de una niña que ha conseguido ganarles la voluntad a todos los empleados. La niña es una preciosidad y a los padres se les cae la baba viéndola ir de una lado hacia otro, enamorando a la concurrencia. Con Ainoa se me ocurre entablar conversación futbolística, pues ya he dicho que chanela de la cosa. Por más que caiga en el error de hacerme el artículo de Iker Casillas y de estar convencida de que Xabi Alonso es mejor de lo que es. Y, claro, no se deja llevar la contraria. Y la entiendo. Porque me consta que nadie es perfecto. Y Ainoa no tiene por qué ser la excepción. Broma aparte, hablar con Ainoa y Alejandro es siempre agradable.

MARTES. 2

Como en el Hotel Tryp con unos amigos. Y, terminada la comida, acepto la invitación de José Luis Torres, jefe superior de la Policía Nacional de Ceuta, para que comparta la sobremesa con él y sus acompañantes. Que son Ana Moya, subinspectora, y Antonio Gil, secretario general de UGT. Y en vista de que la conversación transcurre por cauces interesantes, cuando quiero darme cuenta ya nos habíamos pasado más de dos horas charlando. Con Antonio Gil lo había hecho otras muchas veces. Con el Comisario existía el antecedente de haber cambiado impresiones una vez y durante unos minutos. Sin embargo, nunca antes había tenido la oportunidad de trabar conversación con la señora Moya. Y debo decir que me he llevado la mejor impresión de ella. Así que me he permitido invitarles a comer la próxima semana. Y han aceptado gustoso. Y es que no hay nada mejor que hablar para que la gente se entienda. Sin pedir nada a cambio. Naturalmente.

MIÉRCOLES. 3


Me preguntan en la calle si yo sé los motivos que ha tenido Manuel González Bolorino para dimitir como director-gerente de Radio Televisión Ceuta. Y quien desea una respuesta de mí se encuentra con que pongo cara de sorpresa. Acompañada inmediatamente de mi pregunta no exenta de exclamación: -¡Pero ha dimitido González Bolorino de su cargo en la televisión pública? No me lo puedo creer. No te estarás quedando conmigo, ¿verdad?- -Que no Manolo, coño, que estoy hablándote en serio-. Y como sigo tan incrédulo como al principio, vuelvo a insistir: -¿Qué ha dimitido MGB de su cargo en la televisión pública¡-. -Vaya, Manolo, si llego a saber que te ibas a poner así de pesado, seguro que no se me hubiera ocurrido decirte nada-. -Perdona, hombre, pero es que me cuesta trabajo creer que MGB haya sido capaz de dejar semejante chollo porque sí-. -¿Quieres decir que si ha dimitido es por algún asunto extraño?-. -No. En absoluto. Dios me libre de pensar malamente. Eso sí, como comprenderás tengo todo el derecho del mundo a poner el motivo de la dimisión, si es verdad que se ha producido, en cuarentena. ¿O no?-.

JUEVES. 4

Quedo para tomar unas copas con unos amigos. Aunque debo hacer verdaderos esfuerzos para mantener el tipo debido a un catarro que he cogido en un establecimiento donde ponen el aire acondicionado a toda pastilla. A ver si denunciándolo, una y otra vez, se dan cuenta en ese establecimiento que el aire acondicionado tiene normas que han de cumplirse. De lo contrario, más que beneficios termina causando malestar indefinido. A lo que iba, que al grupo de conocidos se sumó alguien que no es habitual. Pero que no sólo da juego como contertulio, sino que además está al tanto de cuanto sucede en instituciones y organismos ceutíes. Y, en un momento determinado, creyó conveniente hacerle el artículo al gerente del Instituto Ceutí de Deportes. Que no es otro que Benjamín Álvarez Hortas. Cuñado de Juan Vivas. Destacó la labor que viene desarrollando Benjamín. Cuya tarea principal era, nada más llegar, poner orden en un ICD que más bien parecía la Casa de tócame Roque. Y, según nuestro interlocutor, le han bastado apenas cuatro meses para conseguirlo. Enhorabuena a Benjamín.

VIERNES. 5


Recibo una nota de una amiga. En la que me pide, encarecidamente, que no airee su nombre. Y así lo hago. Porque sé sobradamente que ella no gusta de la notoriedad. En su escrito me dice también que en la columna del jueves, día 4, titulada ‘Hay que saber jugar’, las mujeres no salen bien paradas en lo concerniente al juego político. Donde se ve claramente que mi opinión es que los hombres están aún por encima de ellas en ese cometido. Pues bien, lo que quise decir y lo mantengo es que la política es un juego. Ahora bien: los hombres aman el juego y saben jugar mejor que las mujeres. Por consiguiente, los hombres hacen más política que las mujeres. Aunque tampoco es menos cierto que las mujeres progresan en ese aspecto a pasos agigantados. Y pronto se pondrán a la altura de los hombres. Pues conviene no olvidar que las mujeres han tropezado con muchos problemas hasta disfrutar de la liberación consiguiente para jugar. Por lo tanto, no tardando mucho las mujeres se pondrán a la altura de los hombres y hasta podrán superarlos en el juego político.

SÁBADO. 6

Llevo dos días sin salir de casa y ya me han llamado conocidos que gustan de hablar conmigo aprovechando mis paseos por el centro de la ciudad. Uno de ellos me recomienda que deje de ir al Hotel Tryp. Ya que está seguro de que es allí donde ponen el aire acondicionado a tope para fastidiarme. Y hasta me avisa: no creas que en ese sitio todos te aprecian. Cierto es que hay una mayoría de empleados que hablan bien de ti. Requetebién, vamos. Mas hay dos que si pudieran te dejaban encerrado en esa cámara que tú has bautizado como la de los pingüinos, para vengarse de ti a tiritones. Lo primero que hago es darle las gracias por avisarme. Aunque luego le digo que yo conozco a las personas que me tienen ley y a las que les gustaría verme dando vueltas por el espacio desconocido. Y, como no podía ser menos, le doy los nombres de esas dos personas que han dado en la manía, últimamente, de juntarme chinita con los pies. Pero no les daré la ocasión de salirse con la suya. Y mi conocido se queda pasmado. Y el siguiente paso es decirme: “Coño, Manolo, y yo que creía que tú no estabas al tanto de la cuestión”. A propósito, y por más que no venga a cuento, cualquier día me da por telefonear a Manolo Gómez Hoyo. Porque quiero preguntarle a qué juega en ocasiones.
 

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