LUNES. 1
Ainoa Torices está casada con Alejandro Vázquez
Sotorrío, jugador de la Asociación Deportiva Ceuta.
Ainoa es mujer con la que conversar es un placer. Le gusta
el fútbol. Mejor sería decir que ama el fútbol. Por lo que
conoce todos sus entresijos. Ainoa es nacida en León y se
nos muestra cual es: una mujer de su tiempo que habla
idiomas y sabe lo que quiere. Alejandro y Ainoa son padres
de una niña que ha conseguido ganarles la voluntad a todos
los empleados. La niña es una preciosidad y a los padres se
les cae la baba viéndola ir de una lado hacia otro,
enamorando a la concurrencia. Con Ainoa se me ocurre
entablar conversación futbolística, pues ya he dicho que
chanela de la cosa. Por más que caiga en el error de hacerme
el artículo de Iker Casillas y de estar convencida de
que Xabi Alonso es mejor de lo que es. Y, claro, no
se deja llevar la contraria. Y la entiendo. Porque me consta
que nadie es perfecto. Y Ainoa no tiene por qué ser la
excepción. Broma aparte, hablar con Ainoa y Alejandro es
siempre agradable.
MARTES. 2
Como en el Hotel Tryp con unos amigos. Y, terminada la
comida, acepto la invitación de José Luis Torres,
jefe superior de la Policía Nacional de Ceuta, para que
comparta la sobremesa con él y sus acompañantes. Que son
Ana Moya, subinspectora, y Antonio Gil,
secretario general de UGT. Y en vista de que la conversación
transcurre por cauces interesantes, cuando quiero darme
cuenta ya nos habíamos pasado más de dos horas charlando.
Con Antonio Gil lo había hecho otras muchas veces. Con el
Comisario existía el antecedente de haber cambiado
impresiones una vez y durante unos minutos. Sin embargo,
nunca antes había tenido la oportunidad de trabar
conversación con la señora Moya. Y debo decir que me he
llevado la mejor impresión de ella. Así que me he permitido
invitarles a comer la próxima semana. Y han aceptado
gustoso. Y es que no hay nada mejor que hablar para que la
gente se entienda. Sin pedir nada a cambio. Naturalmente.
MIÉRCOLES. 3
Me preguntan en la calle si yo sé los motivos que ha tenido
Manuel González Bolorino para dimitir como
director-gerente de Radio Televisión Ceuta. Y quien desea
una respuesta de mí se encuentra con que pongo cara de
sorpresa. Acompañada inmediatamente de mi pregunta no exenta
de exclamación: -¡Pero ha dimitido González Bolorino de su
cargo en la televisión pública? No me lo puedo creer. No te
estarás quedando conmigo, ¿verdad?- -Que no Manolo,
coño, que estoy hablándote en serio-. Y como sigo tan
incrédulo como al principio, vuelvo a insistir: -¿Qué ha
dimitido MGB de su cargo en la televisión pública¡-. -Vaya,
Manolo, si llego a saber que te ibas a poner así de pesado,
seguro que no se me hubiera ocurrido decirte nada-.
-Perdona, hombre, pero es que me cuesta trabajo creer que
MGB haya sido capaz de dejar semejante chollo porque sí-.
-¿Quieres decir que si ha dimitido es por algún asunto
extraño?-. -No. En absoluto. Dios me libre de pensar
malamente. Eso sí, como comprenderás tengo todo el derecho
del mundo a poner el motivo de la dimisión, si es verdad que
se ha producido, en cuarentena. ¿O no?-.
JUEVES. 4
Quedo para tomar unas copas con unos amigos. Aunque debo
hacer verdaderos esfuerzos para mantener el tipo debido a un
catarro que he cogido en un establecimiento donde ponen el
aire acondicionado a toda pastilla. A ver si denunciándolo,
una y otra vez, se dan cuenta en ese establecimiento que el
aire acondicionado tiene normas que han de cumplirse. De lo
contrario, más que beneficios termina causando malestar
indefinido. A lo que iba, que al grupo de conocidos se sumó
alguien que no es habitual. Pero que no sólo da juego como
contertulio, sino que además está al tanto de cuanto sucede
en instituciones y organismos ceutíes. Y, en un momento
determinado, creyó conveniente hacerle el artículo al
gerente del Instituto Ceutí de Deportes. Que no es otro que
Benjamín Álvarez Hortas. Cuñado de Juan Vivas.
Destacó la labor que viene desarrollando Benjamín. Cuya
tarea principal era, nada más llegar, poner orden en un ICD
que más bien parecía la Casa de tócame Roque. Y, según
nuestro interlocutor, le han bastado apenas cuatro meses
para conseguirlo. Enhorabuena a Benjamín.
VIERNES. 5
Recibo una nota de una amiga. En la que me pide,
encarecidamente, que no airee su nombre. Y así lo hago.
Porque sé sobradamente que ella no gusta de la notoriedad.
En su escrito me dice también que en la columna del jueves,
día 4, titulada ‘Hay que saber jugar’, las mujeres no salen
bien paradas en lo concerniente al juego político. Donde se
ve claramente que mi opinión es que los hombres están aún
por encima de ellas en ese cometido. Pues bien, lo que quise
decir y lo mantengo es que la política es un juego. Ahora
bien: los hombres aman el juego y saben jugar mejor que las
mujeres. Por consiguiente, los hombres hacen más política
que las mujeres. Aunque tampoco es menos cierto que las
mujeres progresan en ese aspecto a pasos agigantados. Y
pronto se pondrán a la altura de los hombres. Pues conviene
no olvidar que las mujeres han tropezado con muchos
problemas hasta disfrutar de la liberación consiguiente para
jugar. Por lo tanto, no tardando mucho las mujeres se
pondrán a la altura de los hombres y hasta podrán superarlos
en el juego político.
SÁBADO. 6
Llevo dos días sin salir de casa y ya me han llamado
conocidos que gustan de hablar conmigo aprovechando mis
paseos por el centro de la ciudad. Uno de ellos me
recomienda que deje de ir al Hotel Tryp. Ya que está seguro
de que es allí donde ponen el aire acondicionado a tope para
fastidiarme. Y hasta me avisa: no creas que en ese sitio
todos te aprecian. Cierto es que hay una mayoría de
empleados que hablan bien de ti. Requetebién, vamos. Mas hay
dos que si pudieran te dejaban encerrado en esa cámara que
tú has bautizado como la de los pingüinos, para vengarse de
ti a tiritones. Lo primero que hago es darle las gracias por
avisarme. Aunque luego le digo que yo conozco a las personas
que me tienen ley y a las que les gustaría verme dando
vueltas por el espacio desconocido. Y, como no podía ser
menos, le doy los nombres de esas dos personas que han dado
en la manía, últimamente, de juntarme chinita con los pies.
Pero no les daré la ocasión de salirse con la suya. Y mi
conocido se queda pasmado. Y el siguiente paso es decirme:
“Coño, Manolo, y yo que creía que tú no estabas al
tanto de la cuestión”. A propósito, y por más que no venga a
cuento, cualquier día me da por telefonear a Manolo Gómez
Hoyo. Porque quiero preguntarle a qué juega en
ocasiones.
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