Comentando con un compañero en
activo sobre el momento actual de la enseñanza, se le
ocurrió compararla nada menos que con la “ciclogénesis
explosiva” que acabamos de vivir en estos días, sobre la
situación climatológica, donde, en muchos puntos de nuestro
país, su paso ha originado numerosos daños materiales y
algunas víctimas; innumerables incidentes, carreteras
cortadas, desprendimientos de rocas, caídas de árboles,
viviendas destrozadas, desbordamientos de ríos, vientos
huracanados (160 Km./h), fuertes lluvias…
Que la enseñanza está mal, no es comparable con la también
llamada “tormenta perfecta” o “borrasca explosiva”. Además,
el problema de la educación no es cíclico. Por supuesto que,
mirando hacia atrás, una situación similar no se ha repetido
en el mismo orden. No se piensa que volveremos a la
normalidad para que, transcurrido un cierto período del
tiempo, tengamos a la escuela en la situación actual, por
consiguiente, no tendremos ciclo.
Una serie de hechos ocurridos recientemente en nuestro país,
demuestra, de forma progresiva, que la enseñanza no pasa por
buenos momentos. Sin entrar en pequeños detalles, uno de
esos hechos nos llena de indignación, donde se pone de
relieve, una vez más, la pérdida de autoridad del docente,
con el beneplácito de la responsabilidad educativa. Sucedió
en cierto centro de Enseñanza Primaria, donde un grupo de
alumnos de 6º, se mostraron insatisfechos a mitad de curso
por el rendimiento obtenido, preocupados por el papel que
van a desempeñar cuando se enfrenten al 1º de la ESO, en el
instituto correspondiente. Las familias, hondamente
preocupadas y considerando que todavía están a tiempo, se
manifestaron pidiendo “las cabezas” de los responsables, las
maestras, a las cuales valoraron como poco preparadas para
desarrollar su labor docente. De forma fulminante, las dos
“víctimas” fueron destituidas y sustituidas por otros
docentes, por lo que las familias consiguieron su objetivo.
Un hecho que resulta repugnante, si no se realizaron las
investigaciones pertinentes. ¿Borrasca explosiva?
Otro hecho, relacionado con la violencia en las aulas, son
los resultados de una encuesta, dada a conocer a finales de
Febrero, realizada por una central sindical. En ella se pone
de manifiesto que la mitad de los docentes tienen miedo de
ser agredidos por los alumnos y se sienten amenazados por el
ambiente que existe en los centros escolares, en una
proporción muy alta.
Además, los docentes, sufren “niveles de estrés” en su
relación con el alumnado, y más de la mitad padece
comportamiento disruptivo en el aula, lo que les impide el
desarrollo normal de la labor docente. Las mujeres sienten
niveles de estrés más elevados que sus compañeros
masculinos.
La misma encuesta indica que algo más de un 7% del
profesorado ha sido agredido alguna vez por algún alumno, y
casi un 2% admite que los alumnos les agreden físicamente,
al menos, una vez al mes.
Los comportamientos que se dan con más frecuencia en la
relación entre alumnos y docentes, son los disruptivos, es
decir, aquellos que mediante constantes interrupciones de la
clase, gamberradas, contestaciones o el hablar continuamente
en clase, impiden el normal desarrollo de la tarea docente.
Este comportamiento tiene una frecuencia del 45,3%.
El temor a sufrir una agresión física por parte de los
alumnos, la falta de respaldo de los padres en problemas de
disciplina o el presenciar agresiones físicas entre los
alumnos, son situaciones que dan lugar también a altos
niveles de estrés, al igual que la idea de enseñar a
personas que no valoran la educación o impartir clase a un
número alto de alumnos.
Con respecto a la familia el nivel de estrés es inferior con
respecto a los alumnos. Un 24% dice haber recibido insultos
alguna vez por parte de las familias; un 20% confiesa ser
víctima en alguna ocasión de maltrato psicológico y un 5%
haber sufrido alguna vez una agresión física por parte de
los familiares de los alumnos.
¿Cuáles son las medidas que proponen los sindicatos para
prevenir la violencia en los centros escolares? En
principio, disminuir la ratio por alumnos, atender a la
diversidad del alumnado, formación intensiva del
profesorado, dotación de nuevos perfiles profesionales como
educadores y trabajadores sociales y favorecer la figura del
mediador. También, insistir en que el Pacto por la Educación
incorpore el concepto de autoridad pública para el docente.
A propósito del pacto por la Educación, ¿en qué momento se
encuentra? Conviene recordar que, según el Ministro de
Educación, estaría negociado para finales de Febrero, y ya
hemos entrado en Marzo. Bien cierto es que no es fácil
llegar a un acuerdo, debido a las grandes dificultades que
presentan partidos políticos, comunidades autónomas,
Sindicatos… siendo, como no podía ser de otra manera, que la
respuesta debería ser mejorar la educación: mayor civismo,
respeto a las normas, saber que para conseguir algo valioso
hay que trabajar y esforzarse. Todo ello es muy difícil
enseñarlo en la escuela. Debe colaborar la familia –los
padres-, y no con discursos, sino con su propio ejemplo. No
es un cambio que se pueda hacer de la noche a la mañana –lo
manifesté en su momento-.Es un proceso lento, por
definición. ¡Y reconocer la autoridad pública del docente!
Aunque, en el asunto de la autoridad, según Andreas Sheidher,
Coordinador del Informe Pisa de la OCDE, sin negar la
autoridad del docente, piensa que la misma vendrá del
compromiso de todos, no de forma automática, como resultado
de leyes ni de normas.
En el pasado era fácil: la escuela no tenía ningún otro
competidor a la hora de impartir y regentar el conocimiento.
Ahora hay otros medios para aprender. Hay que conseguir que
la escuela sea atractiva a los profesores y alumnos. Motivar
a ambos a base de individualizar…
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