El ataque a un medio de comunicación como lo ha sido a El
Faro de Ceuta no es admisible bajo ninguna justificación.
Todos los demócratas deberían denunciar aquellos espacios de
impunidad donde la libertad sea secuestrada por unos pocos
para beneficio también de unos pocos.
El apoderado de la empresa agredida, Rafael Montero Ávalos
ha declarado a un medio digital ceutí que no podía imaginar
(los) motivos para que alguien “prenda fuego a El Faro” y
que quería creer que todo “se ha debido a un acto vandálico
y no a un ataque intencionado”. Otra opinión diferente es la
expresada por la directora del medio agredido a un diario de
información nacional donde comenta claramente que el suceso
“supone un atentado contra la libertad de expresión”, además
de ser, para ella, “uno de los actos vandálicos más graves
que he visto en mis doce años de profesión en Ceuta”.
Por otra parte la portavoz del gobierno de Ceuta, Yolanda
Bel, ha señalado que “lamenta y condena totalmente en el
supuesto de que los indicios que así lo indican sean reales,
el supuesto siniestro que se ha dado en un medio de
comunicación local” (sic). La portavoz del gobierno de Vivas
ha ido más lejos de su propio cometido como portavoz de un
gobierno para añadir a continuación una opinión cargada de
análisis de contenido más propio de una facultad de
Periodismo, en el que en clara referencia exclusiva al
periódico atacado dice lo siguiente: “Es un medio totalmente
objetivo, veraz y cercano al ciudadano de Ceuta”.
Espero encarecidamente que El Faro de Ceuta siga en la línea
de siempre y que este suceso no suponga que articulistas de
opinión y periodistas tengan que escribir de otra manera a
como lo vienen haciendo habitualmente y que tantos elogios
ha recibido por parte del Gobierno ante tan condenable acto
sufrido.
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