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Causa pena, rabia y sonrojo ver la
situación en la que quedan los autobuses, de alguna de las
líneas, cuando ciertos “vándalos” o en camino de serlo
descienden de dichos autobuses.
Esto, aquí y ahora, no se debe permitir, como no debe
permitirse que amparados por esa Ley del Menor, unos
chavales puedan hacer lo que les plazca y lleven a la ruina
a una empresa, además de ocasionar mil problemas, cada día,
a quienes usan el autobús por necesidad.
He dicho, hace pocos días, en esta misma columna, que me
agradaba ver como se iba renovando y remozando la flota de
autobuses para dar un mejor servicio a todos aquellos que
utilizan el servicio público, a diario.
Pero un empresario, por muy dado a favorecer los intereses y
la comodidad de los pasajeros, no se puede permitir el lujo
de que a cada instante le destrocen su material de trabajo,
esto es, sus autobuses, en este caso.
Y es curioso lo que sucede con esta Ley del Menor, por la
que un chaval, sea como sea, está colmado de derechos, pero
el término deber no parece afectarle en nada.
Es más, si cualquiera de estos menores saliera del centro
donde “¿estudia”? antes de la hora fijada para la salida y
sufriera cualquier percance, que se fuera preparando la
Dirección y la Jefatura de Estudios, especialmente si a los
padres o a algún asesor de estos les diera por hurgar en las
leyes.
Sin embargo, y esto es lo chocante, cuando suena el timbre
de salida y los menores o los menos menores salen del
centro, ya van a su aire, los unos como es debido, los otros
haciendo el gamberro y a éstos, precisamente, a los que
imitan o más que imitan a los gamberros no les puede pasar
nada, además de que parece que ni padres, ni tíos, ni
abuelos, ni nadie más de la familia se tienen que hacer
responsables de nada. No lo entiendo.
Aquí está fallando algo y está fallando de verdad. Aquí, los
legisladores, que a lo largo de algunas legislaturas parecen
estar mirando a las estrellas en vez de dedicarse a ver la
realidad que tienen por delante, ya debieran haberse dado
cuenta que son ellos los que tienen en sus manos cambiar la
marcha de la mayor parte de la sociedad, especialmente en
ciertos estratos.
Es hora de que haya leyes para mejorar la buena marcha de la
sociedad, en vez de ir protegiendo, con una falsa progresía,
el deterioro de lo que nos rodea.
No me extraña que la empresa Hadú-Almadraba se plantee
suprimir el servicio a la Barriada del Príncipe en las horas
en las que salen los escolares de clase.
Pero me duele que tuvieran que llegar a eso, por cuanto hay
estudiantes y residentes en esa barriada que son
responsables y que tienen derecho a un buen servicio, de la
misma forma que lo tienen los que habitan en el centro de la
Ciudad.
Y debiera tener todo el apoyo de las instituciones y de
todas las demás personas la compañía de autobuses que ha
pedido que intervenga la Fiscalía de Menores contra los
actos vandálicos que viene sufriendo la flota de autobuses
que presta el servicio entre el centro y la Barriada
Príncipe Alfonso.
Y el apoyo, lo repito, debe ser para erradicar ese
vandalismo, no para quitar derechos a las personas que
actúan con normalidad.
¿Habrá respuesta oficial?. Tiempo al tiempo.
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OPINIÓN / EL ESQUINAZO
