No podemos decir que el año 2010
haya venido cargado de regalos para la humanidad, que
especialmente en occidente, se ve envuelta en una terrible
crisis.
Por si eso fuera poco, el centro del globo terráqueo empieza
a remover sus tripas y primero afectó a Haití y ahora le ha
tocado a Chile.
Sin embargo, la situación es muy diferente, porque mientras
Haití no era nada, Chile es un territorio en el que, tras
haber pasado y superado una dictadura fuerte, sus
estructuras económicas y sociales son seguras y las
desgracias personales serán irreparables, pero todo lo que
dependa de la economía se arreglará y seguirá el día a día
con normalidad.
Es posible que siempre se hayan dado, a intervalos más o
menos grandes, estos movimientos desde las entrañas de la
tierra, pero ahora se notan más, ahora se sabe mejor hasta
donde llegan y más rápidamente que antes, porque hoy la
velocidad del tiempo y de los medios de comunicación nos
llevan a casa, al instante, lo que esté sucediendo en ese
mismo momento.
De Chile, hasta ahora, tarde del domingo, mientras estoy
escribiendo, no se habla más que de esas víctimas, se ponen
imágenes también, de catástrofes en posesiones, pero no se
ve nada como insalvable.
Aquí, está claro, hay una base y sobre esa base se podrá
edificar, de nuevo, lo que la propia naturaleza destrozó en
un rato. Aquí, por tanto, no oímos eso de que tendrán que
pasar 15 o 20 años para volver a la normalidad. Y es que
Chile no es Haití. Sus modos de vida y sus fuentes de
riqueza no son equiparables. Ambas han sufrido una
desgracia, en teoría, similar, en la práctica, inigualable.
Sin comparación alguna es lo de unos y lo de los otros.
Viendo esta situación, con la mirada puesta en los lugares
afectados, nos queda lejos, ha sucedido en la parte “ultra”,
pero que no se me mal interprete, por los pseudo
politiquillos de careta de carnaval, porque lo que he dicho
es que ha sucedido “en la parte de allá” del océano, muy
lejos de donde nosotros estamos, afortunadamente para
nosotros.
Y es que, de momento, a nosotros ya nos ha mandado bastante
este año la Naturaleza, con la cantidad de agua, frío, nieve
y, especialmente, vientos que en más de una ocasión han
paralizado buena parte de nuestra geografía española.
Lo más “movido”, por aquello de que estamos hablando de
viento, lo hemos tenido en la noche del sábado al domingo,
con casi una velocidad de 240km/h del viento en el puerto
vasco de Orduña.
Particularmente no me puedo hacer a la idea de lo que puede
ser un viento de ese tipo, porque si ya es de auténtico
miedo cuando surgen esos vientos de 100km/h, que parece que
van segando todo lo que encuentran a su paso, lo de Orduña
es como para pasar a la cima de todos los índices de los
vientos más fuertes de este país a lo largo de muchos años.
Menos mal a que, ahora, si la naturaleza no nos manda algo
distinto, es de suponer que iremos yendo, poco a poco, a la
normalidad, que debe haber a partir del comienzo de este mes
de marzo.
Naturalmente, a esa normalidad quisiéramos que volviera
rápidamente Haití y a esa normalidad, estamos seguros que,
volverá muy pronto Chile, un país que bastantes desgracias
tuvo que soportar durante muchos años del pasado siglo.
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