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OPINIÓN - DOMINGO, 28 DE FEBRERO DE 2010

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

La sociología y ...

Por Ramón Cutillas


Los sociólogos excluyen el estudio del individuo, al estimar que la sociología se centra en el conocimiento de los grupos y sus relaciones. Nos vienen a decir con ello, que el sociólogo no puede comprender, mediante el estudio del individuo, la relación de éste con otro individuo, ya que viene a establecer como dogma, que los grupos manifiestan unas peculiaridades que prevalecen sobre las singularidades de los individuos que los forman, subestimando o menospreciado con ello, los sociólogos o el sociólogo, que son los individuos los que forman los grupos, y por tanto, que son las características individuales las que pueden influir sobre manera en las peculiaridades que asuma la sociedad.

El sociólogo nos viene a decir, que el no puede comprender las relaciones humanas mediante el estudio del individuo, cuando en realidad la historia nos viene a demostrar, que vienen a ser los individuos con sus singularidades los que marcan las características del grupo al que rigen.

Concepto éste, que expuse en un debate establecido en el seno de un partido, cuando el moderador del mismo, economista o sociólogo, nos preguntó ¿quién o quienes marcaban la moralidad del pueblo? a lo que le manifesté, la clase dirigente, cuestionando totalmente el economista o el sociólogo mi respuesta.

Respuesta la dada, que sigo manteniendo, por igualarla a las actitudes o roles que se establecen por lo general entre los hijos/as con los padres o madres.

Por lo expuesto, es fácilmente deducible la importancia que le doy al conocimiento del individuo que rige a un grupo, para definir la tendencia del mismo, y que el conocimiento de los individuos y sus derivaciones, con sus correcciones o estimulaciones, son las que en las interacciones del grupo, pueden conseguir su perfeccionamiento, o su incorrección.

En cuanto a las conclusiones a las que pudiera llegar el sociólogo como científico para marcar las pautas por donde debiera discurrir la marcha del grupo, suelo ponerla en cuarentena, de la misma forma y manera que suelo colocar los hechos narrados por los historicistas, ya que tanto el historiador como el sociólogo tienen serias dependencia en función de lo que en realidad persiga el que le hace el encargo, o bajo la tutela en la que se encuentre.

Por otro lado, y dejando aparte el perjuicio expuesto, interpreto que la SOCIOLOGÍA es la ciencia que puede inducir a la configuración de un grupo social perfecto, tan perfecto como para que no exista fricción en el mismo. Para ello tan sólo tiene que proyectar el conocimiento acumulado, y evitar el ejercicio autocrático de los grupúsculos que dominan al grupo, estableciendo para ello las vías que coordinen a los individuos que lo forman, de manera y modo, que corrijan las actitudes que atenten contra cualquier individuo que lo integre, que es el único proceder de proteger, fortalecer y potenciar a la sociedad.

La defensa del individuo conlleva el amparo y protección del grupo al que pertenecey esto lo ejemplarizo con las propias situaciones que cada uno de los individuos que componemos la sociedad española las estamos experimentando o padeciendo de una manera u otra, y que usted puede comprobar simplemente si ha sido maltratado, menospreciado o ninguneado en algunos de los Servicios a los que se ha visto obligado a solicitar, sea en “Empresas”, integradas en los denominados poderes fácticos o empresas a las que ha realizado un encargo, y que motivado a la respuesta a su solicitud, se ha quedado con las ganas de presentar una querella judicial. Y al mirar en el espejo que proyecta la situación actual, en que se encuentra nuestro sistema judicial , no ya tan sólo por las discrepancias existentes en materia de sentencia, motivadas a la aberración normativa impuestas por el Legislativo, sino fundamentalmente, por la tela de araña tejida por el Ejecutivo al dejar abandonada la estructura judicial a su suerte, no le queda más narices , que comerse lo que se tenga que comer, y contemplando el horizonte pensar que mañana probablemente volverá a salir el sol .

Y es que dejar al individuo al socaire de la actual estructura judicial, conlleva un gravísimo perjuicio no tan sólo para sus propios derechos, sino también sobre todo, por la vulneración de los derechos colectivos, ya que el secuestro en que se encuentra en la actualidad el sistema judicial, no sólo por la dilación en sus resoluciones, o por la judicialización paralela que suelen hacer los abogados, en razón del hoy por mí mañana por ti , en las que se suelen encontrar los individuos, es lo que en realidad nos están privando de nuestros derechos individuales y por tanto de los derechos colectivos.

Marcar la protección del derecho colectivo es el inicio de protección de los individuos y por lo tanto del fortalecimiento del grupo y para ello lo prioritario es la defensa del sistema judicial, desde todas las vertientes y desde su total independencia para hacerle surtir su importancia como el Tercer Poder que debe tener el grupo para regir su convivencia, no por un grupúsculo o varios, sino desde el todo.

El sociólogo nos diría, que para homogenizar la sociedad que forma el grupo, tan importante como la construcción del sistema judicial y su independencia, es que la redacción de las normas o leyes por las que se tiene que regir , es que ninguna de ellas atente contra alguno de los individuos que la componen y que estas disposiciones amparen a todos por igual, sin que puedan discriminar a ningún miembro del conjunto social para que sus derechos individuales y colectivos puedan quedar determinados como tales.

Independencia del Poder Legislativo, e Independencia del Poder Judicial, son las dos verdades irreversibles e incontrovertibles que nos deja implícitamente las realidades sociológicas sobre la construcción de un Estado Democrático.

Ahora bien , el sociólogo para la construcción ortodoxa y homogénea del grupo, nos diría , que para tratar de comprender la sociología como una ciencia que tiende a construir una sociedad, tenemos que hacer el esfuerzo de comprender que por encima de las individualidades que van a formar el grupo, existen unas fuerzas, que son las que en realidad mueven la construcción y consolidación del Estado, y que esta construcción la realiza para la protección de sí mismas.

Y es desde la perspectiva expuesta, por lo que tenemos que aceptar, que los que formamos el grupo debemos proteger a estas fuerzas y consentir que ellas puedan hacer un ejercicio de poder autocrático, pero eso sí, desde fuera de los limites sociales que les protegemos.

Las democracias, son más demócratas en función de que sus poderes fácticos, los que crean y potencian el Estado, puedan ejercer, cuanto más sus necesidades autócratas fuera de su entorno social.

En función de ello, el conjunto social tiene que construir un poder legislativo que impida que los poderes fácticos, ejerzan, metafóricamente hablando el derecho de “pernada” en el ámbito social sobre el que se asientan.

Siendo éste, otro de los problemas que nos aquejan, que ante la falta de entorno, donde nuestras fuerzas fácticas pudieran ejercer sus necesidades autócratas, éstas se vean precisadas a ejercerlas sobre nosotros, como si de una evacuación natural se tratase, contrariando con ello tanto nuestros derechos individuales como los colectivos, y con ellos nuestra dignidad, con lo cual se anula la democracia, para entrar de lleno en una partitocracia, o sea, la configuración de nuestro Estado en la actualidad, donde la “tarta” se la lleva el que más votos saque, o acuerdan, por la experiencia, llevársela por el hoy por mí mañana por ti, en un reparto equitativo a sabiendas de que no hay mal que cien años dure, aunque sí pueblo que lo soporte.

El sociólogo sabedor de la realidad social expuesta a través de la experiencia histórica nos insiste que tanto el individuo para la defensa de sus derechos como tal ,como para la defensa de los derechos del colectivo en el que se integra tiene que proteger y defender de manera unívoca la independencia y por lo tanto la desconexión entre ellos de los tres poderes que conforman los estados modernos según criterio de un tal Montesquieu, magistrado, que desde esa observación de la realidad social histórica y desde la observación de los usos, costumbres e instituciones de los diversos países por los que viajó, y usando según los eruditos, el análisis de lo observado, desarrolló la teoría de la separación de poderes para la construcción de los estados, estableciendo para su edificación, tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.

Naturalmente, a esta conclusión llegó con muchísima antelación a conocer la importancia de los medios escritos, y sin tener “pajolera” idea de la posibilidad de existencia de los medios audiovisuales, y de la fuerza de los cómicos.

Lo que es incuestionable que la realidad constructiva de los Estados con esta separación de poderes, posibilita que cualquiera otra organización o evolución organizativa de este mismo Estado se puede desarrollar desde el orden que proporciona esta propia teoría.

El fundamento del estado moderno se encuentra en la Ley, el ejecutivo tiene la obligación legal y moral de acatar la Ley. El judicial tiene la obligación de que nuestros actos se desarrollen de conformidad a Ley y el Estado en su conjunto tiene la obligación de acatar la ley originada de la Asamblea constituyente y por lo tanto es deber del los organismos del Estado no apartarse de las leyes establecidas por ésta y refrendadas por los individuos que formamos el Estado y que con ello lo legitimamos.

Pero la gran realidad social, nos dicen los sociólogos “… que las sociedades modernas están amenazadas por el fenómeno creciente de la concentración de poder dentro de las organizaciones…” y que “.. tienden a quedar bajo el control reducido de poderosos grupos políticos y financieros…” .

Y la gran realidad histórica nos viene a decir, que el uso continuado del poder, adobado por los sopla gaitas que giran a su alrededor, hacen desaparecer la racionalidad del que lo ostenta, para refugiarlo en la egolatría, y desde su memez en la corrupción , habiendo con ello excepciones que confirman la regla de que el poder corrompe, y el absoluto, corrompe absolutamente, pero éstas excepciones están motivadas al convencimiento que tiene el personaje de su superioridad física, intelectual o moral sobre los demás, lo que le puede llevar al fatalismo de afirmar, que : “NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA”
 

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