La Educación General Básica surge
cuando, en la década de los 70, todos los países del mundo,
acudiendo a la llamada de las Naciones Unidas, al pretender
esforzarse en potenciar al máximo el capital humano de su
educación como primera y fundamental variable de su
desarrollo. Nuestro Gobierno puso en marcha, en el año
Internacional de la Educación, como primera aportación, un
nuevo sistema educativo más social, más eficaz y mejor
adaptado a la evolución que la sociedad española experimentó
singularmente en esos últimos treinta años.
Se decía, en su presentación, que la preparación y aptitudes
del profesorado de enseñanza básica –pasamos a ser
profesores-, su espíritu de iniciativa y de entusiasmo, el
ajuste de los programas, las necesidades formativas que
exige un mundo en permanente transformación, la organización
orgánica y metodológica de lo centros de enseñanza básica
para lograr una enseñanza más viva, más activa, más abierta,
que asegure una educación continua de la persona a lo largo
de su vida, son los primeros hitos que condicionan la
efectividad de cualquier renovación educativa al ritmo del
momento… la Ley fue presentada por el Ministro de Educación
Villar Palasí –también se conoce la Ley por el nombre del
Ministro- y aprobada en 1970, la Ley 14/70 o Ley General de
Educación (LGE).
Pero, ya en 1985, el gobierno de turno aprueba la Ley
Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación (LODE), una
reforma, al parecer necesaria, para establecer la educación
con derecho básico. Y, sin entrar en más detalles, en 1990,
la LOGSE, que establecía la escolarización obligatoria hasta
los 16 años. Surge, en la etapa del PP, la LOCE, en 2002,
Ley Orgánica de Calidad de Educación, auspiciada y aprobada
por dicho partido, cerrando el ciclo de ese “aluvión de
leyes”, la LOE, discutida y aprobada por el PSOE en 2005.
Con tantas leyes, el ciudadano se hace una composición de la
ineficacia de las mismas, que no mejoraba a la EGB. En los
momentos actuales, a punto de cumplirse el plazo impuesto
por el Sr. Ministro de Educación para la elaboración del
llamado Pacto de Estado por la Educación, que según mis
últimas informaciones, su debate será muy polémico. El texto
no incorpora de forma expresa lo que el PP considera
“pilares básicos” de ese gran acuerdo. En definitiva, el
borrador rehúye cuestiones polémicas como la Lingüística, la
asignatura Educación para la Ciudadanía y Religión, y todo
aquello que pueda suponer un choque ideológico. El texto
mantiene el carácter orientador de 4º de la ESO, con dos
perfiles, uno hacia Bachillerato y otro hacia F.P., y
además, se fija los 15 años para acceder a los Programas de
Cualificación Profesional para alumnos que no superen la
ESO.
En un reciente estudio realizado a docentes en activo, que
han vivido diferentes reformas educativas, más de la mitad
volvería a la Educación General Básica. Esta situación
educativa anterior a la LOGSE, los que en mayor medida
(entre 60% y 63%), sienten esa añoranza, son los docentes de
Secundaria y los de los centros públicos.
Otros datos también recogidos en el estudio, respecto a la
valoración social, muy significativos, nos dicen que sólo un
seis por ciento de los que todavía trabajan responden
positivamente, y sólo un nueve por ciento asegura sentirse
reconocido por la Administración. Lo que más valoran,
obviamente, es el reconocimiento de ser un buen profesor y
una persona íntegra. En relación con las familias, las
buenas relaciones y la confianza por sus hijos y el que los
desautoricen ante ellos, son aspectos frustrantes. La falta
de esfuerzo del alumno les causa preocupación.
Un hecho que produjo un significativo cambio con la EGB, fue
el tratamiento que se empezó a dar a los maestros, que
dejamos de serlo, para ser profesores. Confieso que nuestros
alumnos se vieron, en principio, confundidos, porque ya no
se dirigían a nosotros como maestros, sino como profesores.
A partir de ese momento ya nos habíamos igualados a los
demás docentes de la Enseñanza Media y Universidad,
produciendo entre ellos, he de confesarlo, un cierto
malestar, ya que en esto de la enseñanza, las clases se
habían igualado. La EGB había tenido un gesto no
diferenciador entre todos los profesionales de la Enseñanza.
Pero poco duró la “alegría” en casa de los pobres, y fue
precisamente otra ley, supuestamente, por su aparición en el
tiempo y cuando gobernaba un partido progresista, la que nos
devolvió a nuestros orígenes, es decir, a la categoría de
maestros, de la cual no teníamos que haber salido,
significando de nuevo una confusión para los alumnos cuando
tenían que relacionarse con nosotros.
En nuestro Centro educativo, conociendo contenidos y
objetivos en Matemáticas y C. Naturales, en la LOGSE, el
equipo responsable se reunió y por unanimidad tomamos el
acuerdo de continuar con los mismos de la EGB, con lo cual
las dos materias no salieron perjudicadas en los cursos 1º y
2º de la ESO, que son los equivalentes a 7º y 8º de la EGB.
De esta forma, nuestros alumnos y alumnas no salieron
perjudicados. No tuvimos otra salida para solucionar el
desfase que acarreó la nueva Ley. Nuestros compañeros de
otras áreas procedieron de igual manera, en especial los
responsables del Área de Lenguaje.
Atrás quedó EGB, la Ley gratamente recordada por aquellos
que tuvimos la fortuna de trabajar con ella. Los buenos
resultados se pudieron comprobar cuando nuestros alumnos
realizaron sus estudios posteriores, en especial,
Bachillerato.
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